
El rol de la mujer dentro de la jerarquía política y económica moderna
A pesar de algunas contadas excepciones, la histórica desigualdad que caracterizan a la gran mayoría de las sociedades modernas en cuanto al posicionamiento femenino en puestos de jerarquía no ha cambiado demasiado.
La creencia occidental de que las mujeres carecen de las mismas cualidades y el nivel de ambición que posee el hombre parece ser la principal fuerza en contra de una inclusión más equilibrada en los puestos de poder. Existen resonantes ejemplos en cuanto a la enorme capacidad que poseen las mujeres cuando se encuentran al mando de empresas o en altos cargos políticos. Lamentablemente, el progreso necesario para que se masifique esta realidad parece verse obstaculizado por viejas costumbres y el miedo al cambio.
Desde un punto de vista práctico, no existe justificativo alguno para el masivo dominio masculino en los puestos jerárquicos más importantes de nuestra sociedad. La arraigada noción de que el rol de la mujer debe restringirse al ámbito doméstico bien puede tratarse simplemente de una costumbre transmitida generacionalmente. Existen infinidad de ejemplos de culturas en las que el sometimiento femenino encuentra más explicación en cuestiones de tradición más que en la lógica misma. Pero, aún sin contar con justificativos reales que generen la desigualdad de género en posiciones de jerarquía dentro de las sociedades occidentales, el mundo moderno hace poco y nada por generar una mayor inclusión.
Históricamente, las mujeres han tenido que ver sus capacidades relegadas al cuidado de sus hijos y los quehaceres del hogar. Aún en los casos en que hayan decidido integrarse al ámbito laboral, éste siempre le marcó fuertes límites en cuanto al tipo de tareas a realizar, así como las posibilidades de crecimiento jerárquico. Así, las mujeres han tenido que contentarse con ser únicamente consideradas para puestos en el área de servicio: secretarias, enfermeras, atención al público, etc. La justificación de esta limitación parece provenir de la percepción generalizada que describe a la mujer como un ser demasiado emocional para poder estar al mando y tomar las decisiones más importantes.
Muchos sociólogos argumentan que el origen de la falta de oportunidades que se le otorga a la mujer para que ésta pueda tomar el control de un negocio o cargo político es el daño que esta situación le genera al ego del hombre. A pesar de que en muchos casos las mujeres han demostrado una gran eficiencia y transparencia al encontrarse al mando de una empresa o en un cargo político importante, estas capacidades se minimizan en pos de continuar con la misma actitud de dominancia masculina.
Otro mito que podría explicar la falta de mujeres en puestos de poder es el que argumenta que ellas carecen del mismo espíritu de ambición que el hombre. Aún más, el hecho de que una mujer sea percibida como ambiciosa parece indicar que ésta posee cualidades personales negativas (codicia, egoísmo, agresividad), las cuales sí son valoradas de encontrarse en los varones. Esto genera una falta de confianza en las mujeres, a quienes por lo general no les queda otra alternativa que contentarse con un rol que tienda más a la administración y al servicio.
Por otro lado, existe la creencia general de que la mujer se inclina por generar consenso a la hora de tomar las decisiones, lo que disminuye la confianza general en su capacidad de asumir el rol de líder único y, por ende, sus oportunidades de acceder al cargo máximo dentro de una organización. En el plano de los hechos concretos, un factor que influencia la renuencia general por otorgarles cargos ejecutivos a las mujeres es la posibilidad de que ellas puedan quedar embarazadas. Esta situación conlleva naturalmente a ausentarse de su trabajo para poder enfocar toda su atención en cuestiones relacionadas exclusivamente con su maternidad, algo que los directivos de las empresas no consideran para nada óptimo ni aceptable.
Luego de considerar las razones y los prejuicios por los cuales a las mujeres se les dificultan las posibilidades de acceder a puestos jerárquicos, veamos los ejemplos en donde sí han tenido la oportunidad de hacerse cargo de la situación. Si bien no son tan numerosos, sirven para desmitificar los preconceptos que se tienen con relación a su capacidad para ocupar puestos de poder.
En el plano político, existen resonantes ejemplos de mujeres que han ocupado altos cargos como funcionarias o se han desempeñado como primeras damas y realizaron enormes aportes a sus gobiernos. A continuación, se detallan solamente algunas de las más icónicas:
- Margaret Thatcher: Licenciada en Ciencias Químicas y abogada, posteriormente se convirtió en Primera Ministra Británica. Llamada la “Dama de Hierro” debido a su férrea determinación, encaró con gran aplomo el conflicto bélico con Argentina durante la reconquista británica de las Falklands.
- Angela Merkel: Licenciada en Ciencias Físicas, la actual Canciller alemana fue votada once veces por la revista Forbes como la mujer más poderosa del planeta. Demostró su talento para liderar a la potencia más grande de la Unión Europea al conducir la recuperación económica de Alemania luego de la crisis financiera de 2008.
- Hillary Rodham Clinton: La ex primera dama norteamericana fue la primera mujer en ser nominada para presidir los EEUU, así como la primera senadora electa de ese país. Durante la presidencia de su marido Bill Clinton logró que se apruebe en el senado el Programa de Seguridad para la Salud Infantil.
- Eva Perón: La histórica líder del Partido Peronista Femenino fue Primera Dama durante la presidencia de Juan Domingo Perón. Además de apoyar enérgicamente desde la política a las clases más vulnerables, “Evita” fue instrumental en conseguir que se promulgue la ley que les permitió votar a las mujeres argentinas.
Existen estudios que demuestran un elevado interés por parte de las mujeres que participan en la política por promulgar leyes que beneficien a los sectores de salud, educación e igualdad de género. Su contribución se caracteriza por la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos, mostrar una menor obstinación partidista al tomar decisiones y un nivel de transparencia mayor que el de sus pares masculinos.
En cuanto al rol femenino en el mundo de los negocios, existen una gran cantidad de ejemplos de mujeres que han ocupado los cargos máximos de mega empresas y que han sabido ganarse su lugar dentro de ellas, demostrando la misma o mayor idoneidad que sus colegas varones:
- Sheryl Sandberg: Directora Ejecutiva de Facebook. Anteriormente fue vicepresidenta de ventas y operaciones de Google, lugar donde impulsó la iniciativa filantrópica Google.org.
- Indra Nooyi: Fue Directora Ejecutiva de PepsiCo por más de 12 años. Durante ese tiempo el beneficio neto anual de la compañía se incrementó casi al triple.
- Virginia Marie Rometty: La actual Presidenta y Directora Ejecutiva de IBM se convirtió en octubre de 2011 en la primera mujer en ocupar el cargo máximo en los 100 años que lleva de existencia la mega empresa tecnológica.
- María das Graças Foster: En 2012, la presidenta de Brasil Dilma Rousseff la designó Directora Ejecutiva en Jefe de la empresa de petróleo brasileña Petrobras. Ese mismo día las acciones del gigante petrolero sudamericano subieron un 4%.
- Anne Sweeney: La Presidenta de Disney-ABC Television Group está a cargo de dirigir un mega conglomerado de medios que incluyen 100 canales, los cuales alcanzan a 100 millones de televidentes en 169 países.
- Ursula Burns: En 2009 fue elegida Directora Ejecutiva en Jefe de Xerox y con ello se convirtió en la primera mujer afroamericana en dirigir una compañía de Fortune 500.
Los anteriores fueron solamente unos pocos ejemplos de las tantas mujeres que ocupan los cargos máximos dentro de poderosas empresas que cotizan en la bolsa de valores de EEUU. Estudios realizados por los bancos europeos Nordea y Credit Suisse revelaron que aquellas empresas que son manejadas por mujeres generan hasta tres veces más ingresos que las dirigidas por hombres. Aun así, y a pesar de que las permanentes recomendaciones por parte de organismos como la ONU para que la situación cambie, el porcentaje de mujeres que alcanzan puestos jerárquicos dentro de los espacios empresariales y políticos actuales todavía se caracteriza por ser muy bajo. Parece que el mundo hace caso omiso a los estudios que aseguran que el 95% de las empresas manejadas por mujeres alcanzan exitosamente sus objetivos financieros y sus empleados se encuentran mucho más satisfechos.
Entonces, si los beneficios de otorgarles a las mujeres el poder máximo en una empresa o un alto cargo político son tan evidentes, ¿por qué todavía siguen siendo la excepción y no la regla? Es muy probable que se trate de una arcaica necesidad que tiene el hombre por demostrar su dominancia masculina y del miedo que siente a ser desplazado de su histórico rol patriarcal. A pesar de la evidente ventaja de contar con mujeres en los puestos jerárquicos económicos y políticos, hay pocas señales de que a corto plazo se produzca una inclusión de género más equilibrada en las empresas y los gobiernos del mundo moderno. Quizás sea hora de entender como sociedad que la capacidad humana no se halla exclusivamente dentro de un sólo género sexual, sino que ambos poseen cualidades que se potencian aún más si se los integra dentro de un mismo ámbito de trabajo.
El texto anterior representa mis ideas y opiniones inspiradas en: National Geographic: Why the future should be female. (https://www.nationalgeographic.com/culture/2019/10/why-the-future-should-be-female-feature/), Forbes: The most powerful businesswomen in the world. (https://www.forbes.com/pictures/fgdi45edlde/the-most-powerful-businesswomen-in-the-world/#1acea2b37002), United Nations: Women’s Participation in Exercise of Political Power Cannot Be Disputed. (https://www.un.org/press/en/2019/ga12126.doc.htm), Experteer: Why Aren’t More Women in Power Positions? (https://us.experteer.com/magazine/why-arent-more-women-in-power-positions/), MoneyInc: The Advantages of a Female CEO in Today’s Business Climate. (https://moneyinc.com/the-advantages-of-a-female-ceo/)