Algo en lo que creer (Nickolas Butler)

Algo en lo que creer, es la tercera novela de Nickolas Butler, en la que nuevamente exhibe la gran habilidad que posee para generar ambientes muy reales usando personajes bien trabajados, que fluyen en espacios geográficos narrados de forma singular.

“Esta obra hace que el lector revise su mundo interior y redescubra lo importante que puede ser la fe en algo, para poder transitar por la vida con la certeza de que siempre se conseguirá apoyo”.

La fe es una manera de conseguir una respuesta a lo que no puede ser respondido de otro modo y hay quienes la confunden o la usan como sinónimo de esperanza. Ante lo que no se puede entender, ante la sorpresa, el dolor insoportable, la incertidumbre, el miedo, la fe es el poder que permite ir al siguiente nivel, así de importante es.

Lo religioso y espiritual.

El mundo espiritual a conectado a la humanidad desde el mismo momento en el que el hombre comenzó a observar que el mundo que le rodeaba estaba lleno de situaciones y elementos que no podía controlar, que no podía explicar.

Buscó explicación a lo inexplicable y la consiguió en el mundo espiritual, más allá de lo físico, había un poder o poderes superiores que lo controlaban todo y más aún ese poder podía conectarse con uno que él tenía en su interior.

Las religiones han sido las salidas de los grupos a sociedades con reglas que van más allá del hecho básico de la supervivencia. Las religiones existen porque hay algo en lo que se puede creer que tiene el poder de darle soporte a las personas.

Creencias con normas que regulan la actividad social de un grupo, que marcan su estilo de vida, sus valores, su moral y se valen de rituales para mostrar su fe. Lo que en un lugar del mundo es visto como una barbaridad en otro es un gran acto de fe. Aunque es diferente el camino y los rituales, en el fondo todos buscan es ese aliento de fuerza que hace superar lo insuperable.

La inspiración.

Todo parte de un hecho de la vida real ocurrido en Wisconsin en 2008, en el que una pequeña niña de 11 años murió. Sus padres pertenecían a la religión Pentecostal y ante la enfermedad, decidieron no llevar a cabo ningún tratamiento médico, en vez de ello, optaron por orar para curarla. Ellos creían que la gente podía sanar solo por la fe.

“Juzgar es algo que el autor desestima en la obra y es que, aunque parezca muy duro, juzgar a los padres con las normas bajo las cuales hemos crecido, desde la perspectiva de nuestro sistema de creencias, que es diferente al de ellos, es muy difícil de hacer, juzgar a priori es el camino más fácil”.

¿Cómo juzgar lo que está bien y lo que está mal?, si cada grupo social tiene sus propias reglas y deciden seguirlas y compartirlas. Eso es lo que nos hace humanos. Lo que está bien para el cristiano, está mal para el evangélico o para el budista. Todo tiene que ver con los sistemas de creencias.

El proceso evolutivo social es mucho más complejo de lo que parece. Hay problemas que solo se notan cuando se sabe de historias como estas, son muchos los casos de niños que mueren anualmente por las mismas razones. ¿Juzgaría Ud. a los padres de la niña desde las perspectivas de sus creencias? ¿Estaría bien juzgar a un aborigen porque lleva a su hijo de 12 años a la selva y lo deja solo 3 días para que sobreviva y así se convierta y sea aceptado como hombre en su tribu? Sin duda es un tema de gran relevancia para evaluarnos como seres sociales.

La Historia.

¿En qué creen las personas, en un Dios, en un santo, en Jesús, la iglesia, en un pastor, en el guía espiritual hindú, en varios dioses, en sí mismos, en la ciencia? Solo hay una cosa común que se puede decir y es que hay algo en lo que se necesita creer.

En un pueblo de Pennsylvania vivía Lyle Hove, un hombre de edad avanzada que ya era abuelo y no creía en Dios y tenía una razón para decir eso. La vida hacía ver como si el abuelo había perdido la energía para creer, había perdido a Peter.

Pero la energía que él no tenía la tenía su hija, Shiloh, quien vivía con él y su esposa Peg. Llevaban una relación nada sencilla, ella era madre soltera y desde que estaba en casa tenía como pareja a un predicador de una iglesia evangélica. Ella tenía a un hijo llamado Isaac, un niño de apenas 5 años que era la adoración de sus abuelos.

Shiloh fue adoptada y había estado desaparecida por muchos años, es de imaginar la alegría de la pareja de jubilados cuando ella regresó a casa y además lo hizo con un hijo. Conducía su vida en el marco de una fe que compartía con su pareja. El predicador, a quién conoció en el periodo que estuvo desaparecida de su casa. Él tenía la certeza de que el hijo de Shiloh, Isaac, tenía poderes sanadores y que era capaz de obrar milagros.

Los abuelos veían un inminente peligro en la situación, porque el predicador era un hombre de malos manejos, de turbia reputación. La relación empeoraba con los días y la vida de Isaac estaba a punto de ser puesta en peligro.

El abuelo de convicciones robustecidas con los años, se quiebra ante la impotencia, una que muestra que tan frágil se puede ser frente a situaciones tan difíciles de controlar, como la de estar a punto de perder lo que más quiere en el mundo. Así llega a cuestionar sus propias convicciones.

Butler, más que contar en este libro una historia con un fin, muestra una con un recorrido que deja mucho al lector para reflexionar sobre lo vulnerable que se es, sobre el amor, la familia, la pérdida. Aunque se tenga la mayor de las corazas, llegará un momento en el que una crisis le derrumbará y necesitará para soportarla y superarla “Algo en lo que creer”.

En este escrito expreso mis ideas y opiniones inspiradas en la obra “Algo en lo que creer” de Nicholas Butler.

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