
Coronavirus: ¿cómo sobreviven los aborígenes del Amazonas?
Las tribus que resisten en el Amazonas de Brasil tienen un nuevo enemigo: el Covid-19. Hace unos días, un adolescente de la región murió de coronavirus. El chico de 15 años era parte del pueblo yanomami, que cuenta con más de 30.000 habitantes, y fue el primer muerto entre las comunidades del Amazonas brasileño.
Desde entonces se teme lo peor. Si el virus se instala en esa zona, el desastre está casi asegurado. Y los aborígenes lo saben porque ya lo han vivido: durante la Conquista de América falleció el 90% de la población indígena de América por enfermedades contagiosas.
Por eso, incluso antes de que el gobierno federal tomara medidas, los aborígenes del Amazonas intentaron mitigar los efectos de la pandemia, tanto en la salud como en la economía. Los indígenas Sateré Mawé, por ejemplo, dejaron de lado las artesanías para dedicarse a confeccionar tapabocas. De otro modo no podrían sobrevivir.
En la actualidad, Brasil es uno de los países más golpeados por el coronavirus. Y dentro de Brasil, la zona del Amazonas es la más afectada. Antes de que el mundo cambiara por la pandemia, los aborígenes vivían de la venta de todo tipo de artesanías, en especial en el estado de Manaos, la capital del Amazonas. Cuando las medidas de confinamiento y resguardo se pusieron en marcha, no tuvieron otra solución que producir tapabocas.
La encargada de llevar adelante este proyecto es la Asociación de Mujeres Indígenas Sateré Mawé, que se calcula produce más de cien tapabocas diarios. Gracias a esto los aborígenes del lugar todavía sobreviven. Pero no todo es dinero. Muchos de esos tapabocas escoden un costado solidario: parte de lo recaudado se destina a otros pueblos todavía más golpeados.
Además, los instrumentos con los que los aborígenes trabajan fueron donados por una institución de artistas del reino.
Coronavirus + deforestación
Más allá de la actual pandemia, el Amazonas está pasando por uno de sus peores momentos. La deforestación causa estragos y la calidad de vida bajó desde que Jair Bolsonaro llegó al poder. En este tiempo el presidente de Brasil se ha encargado de desmantelar la oficina encargada de los asuntos indígenas y ha sacado todo tipo de protección a los pueblos del Amazonas.
Aunque parece que pasó mucho tiempo, recordemos que el año pasado el mundo presenció con espanto cómo el Amazonas se quemaba al tiempo que Bolsonaro acusaba a los grupos ecologistas por la tragedia. El presidente llegó a negar ayuda internacional, alegando cuestiones de seguridad nacional.
Un paraíso perdido
En cualquier lugar del mundo, cuando una persona es detectada con coronavirus se la traslada hasta un hospital para aislarla y tratarla. Esto no es posible en el Amazonas, por lo que los médicos se ven obligados a viajar hasta las tribus. De hecho, el virus llegó al lugar por un médico que fue a tratar a un aborigen.
Por eso, las comunidades que viven en completo aislamiento corren un mayor riesgo. Los especialistas advirtieron que estas etnias podrían ser borradas del mapa en un genocidio, algo no precisamente novedoso en la historia de Brasil.
A finales de marzo, los fiscales federales pidieron a la policía que investigara un informe realizado por líderes indígenas en el que se decía que el misionero estadounidense Andrew Tonkin estaba preparando una expedición a los territorios indígenas del Valle de Javari. La medida iría en contra de la política de no contacto para comunidades aisladas consagrada en la constitución brasileña.
En octubre pasado, la agencia de asuntos indígenas de Brasil, Funai, despidió a Bruno Pereira, quien coordinaba el departamento para comunidades aisladas. Anteriormente había dirigido la mayor expedición a una tribu aislada en los últimos 20 años, un proyecto poco común destinado a prevenir posibles conflictos entre grupos.
Al día de hoy el coronavirus ya ha llegado a 38 tribus del Amazonas.[1] Según el censo de 2010, unos 817.000 brasileños se identifican como indígenas.
Siempre hay que tener en cuenta que resulta en extremo difícil conseguir datos fiables sobre las infecciones y muertes de indígenas a causa de COVID-19. Hasta el 11 de mayo, APIB, el mayor grupo de organizaciones indígenas de Brasil, dijo que 68 indígenas habían muerto en todo el país, con 283 infectados.
En cambio, la Red Eclesiástica Panamazónica ha registrado 36.602 casos confirmados de COVID-19 y 2.247 muertes en toda la región amazónica, que abarca gran parte del noroeste de Brasil y se extiende hasta Colombia, Perú y varios otros países sudamericanos. Sin embargo, estos datos incluyen tanto a los indígenas como a los no indígenas.
Cualquiera sean las cifras reales, el número de casos de COVID-19 está aumentando, y con cada aumento diario el virus es esparce en un territorio con muy poca protección estatal.
Al borde de la extinción
Además de la amenaza de un nuevo “enemigo invisible”, los madereros y mineros ilegales también han estado aprovechando la reducción de la vigilancia durante la pandemia para intensificar sus invasiones de tierras indígenas.
La preocupación por la supervivencia de algunos grupos étnicos es enorme, en particular los Karipuna en el estado occidental de Rondonia, que limita con Bolivia. Se cree que esa tribu está integrada por apenas 58 personas y que ha visto sus tierras invadidas sistemáticamente por madereros ilegales.
También están amenazados los miembros de la tribu yanomami que viven en aldeas no contactadas en la frontera con Venezuela; los Zuruaha, cuya población es inferior a 200 personas; y los indígenas del valle del Javari, un territorio del estado de Amazonas, cerca de la frontera con el Perú, que alberga la mayor concentración de pueblos nativos aislados del mundo.
El texto anterior representa mis ideas y opiniones inspiradas en:
[1] https://www.aljazeera.com/news/2020/05/brazil-coronavirus-pandemic-reaches-dozens-indigenous-groups-200516055239315.html