Tenemos la oportunidad de realizar un viaje por el espacio y en el tiempo, conociendo seis historias muy diferentes entre sí, y todas asombrosas.
Esta hermosísima novela de David Mitchell reúne seis historias que se presentan de forma independiente, pero tienen un vínculo muy estrecho que iremos descubriendo conforme avanza la lectura.
En este libro se entrelazan las historias de Adam Ewing, un inocente abogado inglés que narra su fatídica travesía en alta mar; Robert Frobisher, un talentoso compositor al borde de la ruina que se convierte en ayudante de uno de los mayores músicos de Europa; Luisa Rey, periodista de investigación a punto de descubrir una peligrosa trama de corrupción en el seno de una central nuclear; Timothy Cavendish, un anciano editor de nuestros días que se ve encerrado en un asilo tras caer víctima de una sucia trampa; Sonmi-451, una fabricante engendrada artificialmente en una sociedad futura que se convertirá en el adalid de toda una revolución contra el sistema; y por último, Zachry Bailey, miembro de una futura tribu primitiva que surge a raíz del derrumbe de nuestra civilización.
Por sobre las historias aisladas, prevalece el entrelazamiento entre ellas, las forma en la que esa independencia se disuelve para dar lugar a un intrincado puzzle atemporal e incluso traspasando fronteras del espacio y la sociedad.
La novela desarrolla una estructura que posibilita el vínculo de una historia con la siguiente, logra concatenar estas historias y logra en los lectores la avidez por saber que sigue. Resulta casi un juego con nuestras mentes que se desdoblan conectando la información que cada relato presenta y las historias que se relacionan cual red neuronal, intentando predecir además que consecuencias trae cada detalle.
Mitchell nos regala imaginarnos el futuro como capas sucesivas que podemos materializar, además de plantear las reflexiones de como ese futuro virtual puede influir en uno llamemos real. No faltan profecías ni hechos de deseo.
Como si todo lo antedicho no bastase para atraparnos, además aparece el amor como la fuerza que rige la marcha del universo, su mecanismo, el devenir de la evolución de la raza humana y como una sola persona puede provocar actos que atraviesen generaciones, que afecten la historia de generaciones.