Yana Kyrylenko es una pintora Ucraniana. Siempre estuvo interesada en las artes en general, pero a partir de su adolescencia empezó a tomar clases de pintura y desde ese momento surgió su interés. Ella ahora vive en Polonia, pero nació en Kiev. Nos reunimos con ella, en un café a unas cuadras de su casa. El café tiene colgados varios cuadros de su autoría y nos cuenta que otros tantos no los tiene consigo porque hizo una exposición hace poco, justo antes de que se desatara la pandemia. Pedimos un café para llevar y nos dirigimos hacia su departamento, decorado con un estilo oriental y perfumado con inciensos.
Por la habitación había cuadros dispersos por todos lados, algunos terminados, otros en proceso. Nos condujo hasta su balcón, donde suele pintar, fumar un cigarrillo y buscar inspiración mientras ve a la gente pasar en medio de la calle. Y es allí acompañados de una cálida brisa donde se dispuso a contestar nuestras preguntas.
Desde pequeña estuve metida en todo tipo de talleres. Teatro, danza, dibujo, música, literatura. Pero lo que en verdad se seducía era el teatro, yo quería convertirme en una actriz, la pintura era solo una más de mis actividades, pero nunca consideré en hacerlo de manera profesional. Pero a los 13 años empecé a tomar clases de dibujo y aunque al inicio lo consideré aburrido, ya que teníamos que hacer las clásicas figuras geométricas, lo básico al empezar a aprender, siempre seguí dibujando y pintando. La pintura me acompaño durante toda mi adolescencia y mi época universitaria. Siempre estaba dibujando o pintando algo en mi tiempo libre. Además, me ayudaba y me ayuda a relajarme y calmarme en momentos de estrés.
Durante mi juventud no me dediqué por completo al arte, sucumbí ante la presión social y la creencia de que solo unos cuantos elegidos pueden triunfar en el arte, así que estudié filología inglesa y luego me convertí en aeromoza. Trabajé varios años en eso, hasta que, a mis 29 años, tras la muerte de mi padre y un primo en el mismo año, luego de pasar un momento muy duro y de mucha frustración, me di cuenta que no hay tiempo que perder, que no sabemos en qué momento puede terminar nuestra vida y para el día de mi cumpleaños pedí de regalo solo pinturas y lienzos. Desde ese momento nunca más volví a alejarme del arte. Fue como un reencuentro amoroso que se mantiene vigente. Di un giro de 180 grados a mi vida. Renuncié a mi trabajo como aeromoza y decidí mudarme a Polonia, simplemente para cambiar completamente mi vida, decidida a estudiar y vivir del arte. Es un camino difícil, no siempre es fácil seguirlo, pero eso he hecho desde entonces.
Hago sobretodo arte abstracto, pintando siempre en oleos. Pero también experimento con otras técnicas como son el arte fluido o pouring. También me gusta usar otras herramientas, rara vez uso solo mis pinceles, sino que juego con las manos, esponjas, cepillo para el pelo, o ramas. Me gusta combinar varias herramientas. Últimamente también me he interesado en los retratos y la pintura figurativa. Siempre me ha llamado la atención el cuerpo humano, pero más allá de pintar lo material, me atrae la posibilidad de retratar su esencia, sus emociones a través de ese cuerpo. Y naturalmente voy mezclando estas dos cosas, mi antiguo interés por lo abstracto y este nuevo interés por lo concreto, buscando crear algo nuevo e interesante.
Creo que el regalo más valioso de parte de mis maestros ha sido la fe. Fe en mí y en mi talento. En la posibilidad de creer que puedo ser una artista. Al no haber tenido una educación artística convencional y haber tenido que dedicarme parcialmente al arte siempre con otro trabajo de por medio, se me hizo difícil decir que era una artista. Siempre cuando me preguntaban a qué me dedicaba, decía: Soy una aeromoza o soy una barman o el trabajo que estuviera haciendo y luego añadía que me gustaba pintar. Pero nunca tuve esa confianza. Uno de mis maestros fue quien me recomendó para mi primera comisión artística, y al darme cuenta de que él confiaba en mí, pude empezar a creer en mi misma.
El primero es Jackson Pollok. Admiro su libertad y pasión, me encanta la forma en la que interactúa con la pintura, de esa manera tan libre, como se relaciona con su cuerpo, casi danzando mientras pinta, sin preocuparse por un resultado, más bien desfrutando el proceso, un proceso que puede ser caótico pero que se transforma en algo armónico e infinito para mi punto de vista. El segundo sería Amedeo Modigliani. Además de admirar sus retratos, me encanta su paleta de colores y el uso que le da en sus trabajos. Hay un halo de misterio en sus trabajos que siempre me empuja a preguntarme ¿Quiénes son estas personas a las que retrató? Me dan ganas de conocerlos, de conocer sobre ellos. Y eso que sus pinturas inspiran en mi me encanta. Y por último, el tercero es un artista Ucraniano, Ivan Marchuk. Para mí él es una mezcla de genio y mago. Las pinturas abstractas que crea son únicas. Crea una especie de galaxias en sus trabajos, que hacen que pueda estar horas contemplándolo. El nivel de detalle es increíble. La mezcla de realidad y magia en sus paisajes es algo único.
Frida Kahlo. No es que sea una vida de ensueño, ya que sufrió mucho, pero admiro el carácter y espíritu revolucionario que su vida forjó en ella. Como a pesar de todo, siempre se dio tiempo para crear y no tuvo miedo a innovar. Además, siempre quise conocer México, así que sería una gran oportunidad. (Risas)
¡Siempre Música! Es algo que siempre me ha inspirado. Me lleva hacia el estado de ánimo correcto para pintar. De hecho, en mi última exposición varios de mis cuadros tienen títulos de canciones. Ya sea porque fueron canciones que me inspiraron o porque en el cuadro retrato la esencia de lo que esas canciones significan para mí. Siempre que tengo una idea de lo que quiero hacer, busco la música indicada para ello.
De hecho, creo que hubiera sido igual de difícil aquí o en Ucrania. Los problemas son siempre los mismos. ¿Qué crear? ¿Cómo hacerlo? ¿De qué manera organizar mis exposiciones? ¿Cuánto cobrar por mi trabajo? Tanto en Ucrania como aquí en Polonia al empezar casi no tenía conexiones, sin embargo, creo haber sido muy afortunada y encontré muy buenas personas dispuestas ayudarme y darme buenos consejos. La verdad he tenido suerte y lo agradezco.
Creo que hará que nos volvamos más creativos. Nos impulsará a buscar nuevas formas de hacer arte y de darlo a conocer. Creo que es algo que ya está sucediendo, el hecho de que museos estén abriendo contenido online y más artistas estén volcando sus trabajos hacia este medio es una clara señal de adaptación. Es solo cuestión de buscar nuevas formas de llevar arte al mundo.
Tengo unos cuantos sueños como artista. Lo primero es poder ayudar a las personas con mi arte de alguna manera. Que mis pinturas puedan generar emociones como el estar feliz por un momento o el poder cuestionarte cosas sobre tu vida al ver alguna pieza, son realidades a las que aspiro. También me gustaría ser la gestora de una residencia para artistas, ayudando y dándole soporte a artistas de diversas disciplinas a nivel mundial y por último… quiero pintar un gran mural algún día.