
Ciudades de Sudamérica: Piriápolis
Piriápolis es como el país donde se encuentra ubicado, Uruguay. Lugar tranquilo, casi pasando desapercibido, sin grandes construcciones del pasado o un legado cultural de milenios. Nada de eso, tanto en Uruguay como en las hermosas ciudades de sus costas, todo es muy “normal”, muy tranquilo, sencillo, sin grandes aspavientos, pero con una energía y lleno de curiosidades que te conquistan el corazón y la imaginación. Piriápolis está ubicado en las costas que bordean el Océano Atlántico, aun en esa extraña zona entre el Rio de La Plata y el mar que hacen que muchas de sus playas aun tengan agua dulce venida del gran rio. Es una ciudad costera como muchas otras, pero su historia y la leyenda que la rodea hacen de Piriápolis un lugar muy especial entre las ciudades de Sudamérica.
Historia de Piriápolis
El fundador de Piriápolis fue Francisco Piria, quien nació en Montevideo el 21 de agosto de 1847. Quedó huérfano de padre cuando era muy pequeño y su madre temiendo que no pudiera darle la educación que requería, lo llevó a Italia, con un tío paterno, sacerdote jesuita que se encargó de su educación y le dio conocimientos históricos, mitológicos y filosóficos, tuvo una de las mejores formaciones en humanidades de la época y esto lo marcó profundamente en su vida.
En 1890 compró 2700 hectáreas de campo, extensión que iba desde el cerro Pan de Azúcar hasta el mar. Ese mismo año había realizado un viaje a Europa, y fue de esa visita al antiguo continente que surgió su inspiración para la explotación turística de las costas uruguayas.
En 1897 terminó la construcción del Castillo de Piria, la cual fue su residencia particular. Este castillo contaba con un extenso parque con fuentes y numerosas estatuas. La vegetación estaba compuesta de una gran variedad de especies ornamentales exóticas, incluso hasta hoy se observan especies raras, como el árbol de Drago (dracaena draco), que crece en el oeste de Marruecos y en las Islas Canarias. Pero ¿por qué el castillo contaba con estas y otras especies exóticas? Dicen que la savia del Drago se vuelve roja sangre al contacto con el aire y era usada en muchos rituales alquímicos del medioevo. Se dice también que Francisco Piria era una especie de alquimista, muy interesado en la magia y miembro o simpatizante de la masonería.
En 1905 construyó el primer Gran Hotel, llamado «Hotel Piriápolis», hoy «Colonia Escolar de Vacaciones». En 1910 inició la construcción de la rambla, donde se dejó inspirar por sus viajes a la Costa Azul francesa. En 1912 se realizó el primer remate de solares en Piriápolis y, a partir de entonces, la ciudad comenzó a crecer con la construcción de numerosos chalets. En 1913 comenzó a correr el pintoresco tren a vapor que unía la estación de Pan de Azúcar y el puerto de Piriápolis que estaba en construcción y que se finalizaría en 1916, permitiendo el arribo de los vapores que traían a los primeros veraneantes desde Buenos Aires. El “trencito de Piria”, como se lo conocía popularmente, fue una de las características típicas del balneario.
Finalmente, Piria construyó a un costo de 5 millones de pesos —cifra descomunal para la época—, uno de los hoteles más gigantescos de América del Sur, el Argentino Hotel, cuya piedra fundamental fue colocada en 1920 por el presidente Baltasar Brum, siendo inaugurado el 24 de diciembre de 1930.
¿Qué hacer en Piriápolis?
¡Ir a la playa! Las playas son, técnicamente, bañadas por las aguas del Río de la Plata, ya que Piriápolis se encuentra en la desembocadura del rio con el Océano Atlántico, justo en el límite oficial donde hay una línea imaginaria que va desde la Punta Salinas en Punta del Este hasta la Punta Rasa en la Bahía de Samborombón en Argentina. El “rio” en Piriápolis tiene un ancho de más de 200km y, como es lógico, sus aguas están muy mezcladas con el mar. Es por eso que, aunque técnicamente río, las playas de Piriápolis son más saladas que dulces, y sus aguas dejan el color verdoso típico de la zona para volverse azulino.
El Cerro San Antonio es otro de los lugares imperdibles de visitar. Se sube en carro, a pie, o en aerosilla. En la cima hay un centro de visitantes con un restaurante, baños, y la capilla por la cual el cerro toma su nombre: la Capilla de San Antonio. Cuenta la leyenda que a esa capilla van las personas a pedir novio. La aerosilla cuesta USD 6,50 ida y vuelta, o sea unos 250 pesos uruguayos.
Se dice que tanto en el cerro San Antonio, como en la fuente de Venus o en el castillo de Piria, hay una fuerte concentración de energía. Esto debido al misticismo del fundador, que al tener conocimientos sobre ciencias ocultas y un acercamiento hacia la masonería, mandó construir la ciudad y ciertos monumentos con un trasfondo espiritual o de espiritismo.
Y es que esto es lo más curioso de Piriápolis, que vayas donde vayas hay detalles que te cuestionan o te asombran. Mucha historia de por medio y varios mitos y leyendas que con el tiempo se han ido acentuando.
A quien le gusten las cosas sobrenaturales o paranormales, les encantará hacer un recorrido por el Hotel Argentino, en su época el más fastuoso de Sudamérica. Allí además de apreciar antigüedades, se pueden escuchar los relatos sobre apariciones y manifestaciones, tanto en el nuevo como en el viejo Hotel construidos por Piria. Dicen que su fundador aún vaga por los pasillos de sus construcciones. Ciertamente hay un aire fantasmagórico en esas antiguas construcciones, así como en el castillo o la iglesia quemada, que jamás fue terminada.
Piriápolis es un excelente lugar para pasar un fin de semana familiar o para darse una escapada solo a explorar nuevos lugares. No es una gran ciudad, pero es un lugar muy particular, distinto a cualquier otro, algo más grande que un balneario, pero con muchas cosas interesantes por conocer y hacer. La combinación de playa con bosque, así como la presencia de lo moderno junto a las construcciones antiguas y emblemáticas del lugar hacen de la contrastante Piriápolis un paso obligado si estas de visita por Uruguay.
El texto anterior expresa mis ideas y opiniones