
La fundación de Estados Unidos y los primeros esclavos
Los acontecimientos recientes en Estados Unidos han puesto de manifiesto lo que muchos creen que se trata de un racismo sistemático que no se ha evaporado del todo en las sociedades modernas, sobre todo en aquellos países donde la mano de obra esclava en las épocas coloniales fueron determinantes para su hegemonía económica y militar.
La desgraciada muerte de George Floyd por un policía de Mineápolis ha provocado disturbios en el país como no se veían desde hacía décadas y no solo eso, sino que las protestas que en un principio fueron más locales, han evolucionado hasta convertirse en una auténtica manifestación mundial en contra del racismo y la xenofobia.
Para entender las bases del racismo en Estados Unidos, hay que remontarse a la época colonial del Imperio Británico y la conquista del que fue llamado el Nuevo Mundo, es decir, América.
El esclavismo en la historia
El esclavismo en la historia humana ha sido un hecho tristemente aceptado por muchas sociedades. Se basaba en una relación de poder donde los más ricos hacían uso de mano de obra esclava para sus propios beneficios, todo esto con la legitimación de un estado y la aceptación de los ciudadanos.
Las sociedades que recurrían a la esclavitud van desde la Antigua Grecia y la Antigua Roma pasando por el Imperio Otomano y hasta el Imperio Británico.
Por fortuna, los sistemas esclavistas tradicionales acabaron cayendo, ya fuera por rebeliones, evolución de la sociedad, cambios del sistema político-económico o por todos a la vez.
La colonización británica
El Imperio Británico puso sus ojos en América junto a España y Portugal, y establecieron sus colonias alejadas de aquellas grandes potencias, algo más hacia el norte. Se crearon las trece colonias fundacionales de Norteamérica y dichos territorios exportarían materias primas baratas a una Gran Bretaña en crecimiento industrial. El dinero entraba a raudales y el Imperio Británico se posicionaba como uno de los líderes militares y económicos del mundo.
Las trece colonias fueron Virginia, Maryland, Nueva Inglaterra, Plymouth, Massachussets, New Hampshire, New York, Rhode Island, New Jersey, Pensilvania, Connecticut, Georgia y Carolina. Muchos de estos territorios, en escasez de metales preciosos como el oro, se dedicaron a la agricultura y se especializaron progresivamente en la plantación de tabaco, maíz o algodón, por ejemplo.
Al principio, la economía norteamericana del imperio se sustentaba con la ayuda directa de la Corona, pero conforme pasaron los años, el ofrecimiento de tierras para cultivar y los refuerzos en suministros, contribuyeron a un éxodo de muchos ciudadanos en busca de mejores oportunidades.
El desarrollo de las colonias creó nuevos ricos en las colonias, que a su vez formó un núcleo de poder muy fuerte que se rebeló contra la Corona, desembocando en la Guerra de la Independencia (1775-1783), en la cual ganaron los unionistas y se prohibió la esclavitud.
De África a Norteamérica
Las tierras norteamericanas eran inmensas y las plantaciones requerían de un ingente número de mano de obra. Esa gran demanda llevó al Imperio Británico a importar esclavos directamente de África, un continente que llevaba mucho tiempo siendo expoliado por los europeos.
Por ejemplo, según Sam Houston State University, el número de esclavos de la colonia de Virginia entre 1625 y 1775 pasó de 23 al sorprendente número de 210.000 entre estos dos años.
La relación entre el crecimiento económico de las colonias y el número de esclavos que las habitaban es claramente observable. Los esclavos viajaban en los llamados «barcos negreros», donde eran transportados en condiciones extremadamente precarias y sin apenas espacio. Muchos de estos esclavos morían en la travesía ya sea por ahogamiento, suicidios o porque simplemente no soportaban las condiciones infrahumanas a las que eran sometidos, incluidos los castigos. Se calcula que alrededor de 15 millones de esclavos africanos fueron transportados de África a tierras americanas.
Uno de los mayores problemas para los imperios norteamericanos fueron los nativos que allí residían, quienes tenían un fuerte componente identitario, conocían sus tierras a la perfección y la comunicación entre las tribus estaba asegurada, lo que supuso una fuerte resistencia hacia los colonos.
En cambio, los esclavos traídos de África eran transportados desde diferentes territorios hacia un nuevo territorio donde perdían su identidad cultural ligada a la tierra y muchos de ellos no podían comunicarse eficientemente con otros esclavos, al hablar tantos idiomas diferentes. La subyugación del hombre blanco se aprovechó de un cierto «divide y vencerás».
La ley esclavista
Si queremos entender las raíces de la esclavitud, no podemos olvidar que fue legal, y es que las primeras leyes sobre la esclavitud datan de finales del siglo XVII. Virginia desarrolló un sistema legal para la esclavitud que se desarrollaría en los años venideros. Uno de los puntos importantes de esta ley es que se impedía la mezcla étnica, a diferencia de lo que ocurría por ejemplo con los colonizadores españoles, que se mezclaron con los pueblos nativos.
Con posteriores leyes y con la estrecha relación que la religión creó con este sistema, se consolidaban los pilares de la esclavitud en lo que posteriormente sería Estados Unidos. La Guerra de la Independencia, aunque provocada por una polarización entre esclavistas y no esclavistas, tuvo más causas que la esclavitud. Sin embargo, el racismo no acabó con la victoria de los unionistas, sino que como vemos, aún quedan raíces que quedan por arrancar.
El racismo en el siglo XXI
La comunidad afroamericana de Estados Unidos lleva siglos alzando la voz contra el racismo. Casos de brutalidad policial, racismo institucional, pobreza más generalizada en su comunidad y falta de oportunidades han puesto el grito en el cielo en más de una ocasión.
La triste muerte de George Floyd supondrá un nuevo precedente para marchar en contra del racismo, y es que alrededor del mundo y con la crisis económica que la pandemia del coronavirus ha creado, ya se está poniendo de manifiesto una conciencia global, que también va fuertemente unida a luchar contra el cambio climático.
Queda en nuestras manos, cultura y voluntad mediante, hacer de nuestro mundo un lugar mejor para nosotros y para las generaciones venideras. Nuestros hijos nos lo agradecerán.
El texto anterior expresa mis ideas y opiniones inspiradas en:
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