
Plantas de Poder
En todas las culturas ancestrales, en cada etnia o grupo social sus miembros han identificado e incorporado las diversas plantas para contribuir a su proceso de evolución y desarrollo. Las plantas aún juegan un papel muy importante en la vida de los seres humanos. Casi todas nuestras actuales medicinas vienen de alguna planta. Desde la ancestral cultura china con sus más de cinco mil años de tradición medicinal hasta la medicina en India rinden reverencia y respeto por la medicina natural.
Así mismo es innegable el vínculo de los pueblos americanos con las plantas sagradas usadas en contextos rituales y ceremoniales, con gran arraigo ancestral, social y cultural sellado por un largo proceso histórico. Con ellas, han dado origen a categorías, modelos, ideas y prácticas muy propias que contribuyen a su cosmovisión, historia social y economía. En casi todas las comunidades ancestrales de cualquier continente el chamanismo ha estado presente y con él, el uso de las plantas sagradas. Sin importar lo distinto del origen o la lengua o la cosmovisión, existen múltiples coincidencias dadas por la estrecha relación cultura-naturaleza, en las que las plantas de poder ocupan un lugar central.
La diferencia entre una planta medicinal y una planta de poder es principalmente que las primeras son todas aquellas que tienen propiedades curativas -de hecho, prácticamente todas las plantas las tienen-.
En cambio, las plantas sagradas además de ser medicinales, se distinguen por posibilitar estados ampliados de conciencia que permiten a los chamanes -y a los pacientes- acceder a distintos planos de realidad desde donde se realiza la curación. Y es que es imposible separar a las cosmovisiones originarias de la espiritualidad. El mundo indígena es esencialmente espiritual, incluyendo en esta perspectiva a la medicina ancestral, cuyo concepto central es que la enfermedad es el producto de un desequilibrio espiritual de la persona y cuya restauración o curación, se logra a partir de hacer regresar a la persona a su equilibrio.
En América existe un amplio grupo de plantas reconocidas como sagradas o de poder: La coca, el peyote, el San Pedro, el yag, borracheros, la virola, el tabaco, el yopo, las psilocibinas entre muchas otras especies vegetales y fungis. Estas plantas han sido utilizadas durante milenios como recurso sagrado y medicinal, como elementos ceremoniales psicoactivos, utilizadas por pueblos ancestrales en las relaciones comunitarias y para comprender la dinámica cósmica de la vida y del planeta.
Han sido desde siempre el nexo que une al hombre con ese mundo natural y con esa realidad espiritual que no se ve, pero se percibe. Las plantas de poder son un gran símbolo de las diversas culturas, un elemento esencial en los ritos y ceremonias que conectan nuestra humanidad con lo trascendente, con el misterio que significa la vida y sus diversas manifestaciones de realidad. En algunos casos fueron usadas solamente por el sacerdote o chaman y en algunos otros hicieron a la comunidad parte importante del ritual, incorporándolos para que participen de él y modifiquen sus vidas, para que se unan más como grupo social y creen una mente colectiva, haciendo de todos un uno. Se usaba solo en ocasiones especiales, en momentos decisivos de la vida, como el momento de escoger una carrera, antes de casarse o al tener un hijo. Siempre en busca de mayor sabiduría, de una comprensión más profunda de la realidad y de uno mismo, dotándolos de capacidad para trascender más allá del mundo material.
El nombre de plantas sagradas o de poder, es una definición más apropiada en vez de términos más modernos como plantas psicoactivas, psicotrópicas o psicodélicas. Estos nombres modernos provienen de occidente y están más relacionados con sustancias prohibidas o toxicas, incluso para algunos hasta diabólicas. Sin embargo, la realidad de las plantas de poder es muy distinta, su uso no es recreativo y no generan una dependencia física o psicológica, son parte de una tradición y un elemento esencial para la comprensión del universo que nos rodea.
Como todo en el mundo, las plantas no son ni buenas ni malas, no tienen una moral, siempre estarán sujetas al uso que hagamos de ellas. Es importante conocerlas y respetarlas y saber para que se consumen, que queremos de ellas. También es esencial analizar los elementos culturales, históricos y socioeconómicos que han levantado prejuicios sobre estas plantas, las han vetado y las han colocado en un mismo saco poniéndole la nomenclatura de “drogas”.
Sin embargo, en la actualidad se observa un fenómeno cada vez más difundido y es la comercialización de rituales y plantas de poder (coca, tabaco, san pedrito, yagé, peyote) en ciudades y en espacios de apartamentos particulares. Esta situación se convierte en un serio peligro de descontextualizar el espacio vital en que son tomadas las plantas sagradas y en un enorme riesgo para los consumidores no habituales que bien pueden caer en situaciones de grave compromiso de su salud física y mental. Las plantas de poder tienen a custodios indígenas que han sido preparados desde la niñez para llevar esta misión dentro de su comunidad, ellos se preparan al lado de un hombre de autoridad, se someten a pruebas de resistencia y desarrollan un largo camino de experiencias que le permiten ser acompañante e intérprete de los efectos producidos por estas plantas que ocasionan estados alternos de conciencia.
Las plantas de poder son un camino espiritual de autoconocimiento y un camino terapéutico, pero no puede tomarse a la ligera y mucho menos convertirlo en un juego o en un “moda” motivada por la curiosidad o por el deseo caprichoso de experimentar sensaciones nuevas. Para acceder a estas plantas se requiere un proceso de preparación largo y comprometido de autodescubrimiento de las motivaciones que nos llevan a buscar este conocimiento y lo más importante usar esta información para ser mejores personas. Si se abusa de las plantas de poder las plantas “castigan” y se devuelven contra el hombre egoísta que las usan para propósitos diferentes al bienestar de sus hermanos.
El sendero de las plantas de poder es un sendero de mucho respeto y si no se está preparado o seguro de las personas que lo administran es mejor abstenerse de su consumo pues puede traer efectos emocionales, físicos, mentales y espirituales no deseados y permanentes. severo. Por eso antes de entrar en el mundo de las plantas indígenas es mejor preguntarse ¿Qué estoy busco con esto? ¿Qué beneficios quiero sacar de esta experiencia? ¿Qué tan maduro me encuentro para participar de esta nueva realidad?
El texto anterior expresa mis ideas y opiniones