
Grandes discos olvidados: “Third”, de Big Star
En esta sección repasaremos esos álbumes maravillosos que tenemos al alcance del oído, pero persistimos en no escuchar. Hoy es el turno de “Third”, el último disco de una de las grandes bandas de los 70.
Para los que ahora tienen más o menos sesenta años, comprar un vinilo era igual a disfrutarlo por meses o a veces por años. La gente incluso a veces compraba discos con dos canciones, una de cada lado. De ese modo cada canción era un tesoro, algo que uno iba a buscar especialmente y guardaba como lo más preciado.
Los que ahora tienen más de treinta años vivieron el surgimiento del disco compacto, que acercó la música a mucha gente por su comodidad y su supuesto mejor sonido. A pesar de eso, en una casa sonaba tanta música como discos había. En la actualidad no es así: el acceso a los discos nunca fue tan amplio. Con una conexión a Internet se puede acceder a música que hace unos años era imposible de conseguir.
La paradoja es que, sin embargo, todos seguimos escuchando más o menos lo mismo y con un sonido de notable baja calidad. En esta sección se buscará indagar en discos poco conocidos por la mayoría y de fácil acceso, para de ese modo aprovechar la gran discoteca disponible en la red de redes.
“Third”, de Big Star
Para empezar, un breve repaso por la historia de esta banda oriunda de Memphis, Estados Unidos. Estaba integrada por Alex Chilton, Chris Bell, Jody Stephens y Andy Hummel, aunque esta formación sólo se mantuvo en el primer disco, llamado #1. Los compositores principales eran Chilton y Bell, quien se fue de la banda antes de grabar el segundo disco y luego murió de forma trágica. Por lo tanto, “Radio City” dejó a Chilton al comando del grupo. Al poco tiempo del lanzamiento del segundo álbum, el bajista Hummel también abandonó el barco, y entonces la banda parecía acabada. Pero no: todavía quedaba música por tocar, y Chilton y Stephen siguieron adelante con un tercer disco.
Lo triste de esta historia es que, a pesar de su nombre, Big Star nunca logró triunfar en ventas. Tampoco los pasaban en la radio, aunque sus discos están llenos de potenciales éxitos. Sin embargo, los críticos y músicos de los ‘70 que llegaron a escucharlos se declararon absolutos admiradores. Y no era para menos: tanto Chilton como Bell fueron dos grandes talentos compositivos, y la banda tenía un sonido único para la época, que de manera subterránea, a medida que su música se distribuyó entre los artistas, influyó notablemente al pop rock de los ‘80 y los ‘90.
Para definir en pocas palabras a la música de Big Star se podría decir que es una mezcla perfecta de The Beatles y los Rolling Stones. También guardan muchas similitudes con The Kinks, aunque con un sonido más típicamente norteamericano, para ser más precisos del rock de Memphis. De los Beatles tienen la sensibilidad para las melodías, de los Stones el sonido aguerrido y crudo, y de los Kinks el talento compositivo. Nada mal si consideramos que estamos hablando de tres de las mejores bandas de la historia del rock.
Por las circunstancias mencionadas, cada disco de Big Star es distinto. En el caso de “Third” se podría hablar casi de un disco solista de Chilton. Editado en 1978, fue reeditado varias veces con diferentes listas de canciones, hasta que recientemente ha sido lanzada la edición definitiva, una caja de lujo merecida desde hace mucho tiempo.
A mediados y finales de 1974, Chilton se juntó con el legendario productor James Luther Dickinson, quien de inmediato se unió a esta pequeña y disfuncional familia para producir el ecléctico material que Chilton había estado escribiendo desde “Radio City”. Muchas de las canciones de “Third” estuvieron inspiradas en el romance de Chilton con Lesa Aldridge, cuya voz puede escucharse en varias canciones del disco.
Aunque suele catalogarse como un disco desprolijo y anárquico, eso no es más que un mito. El sonido es, sí, llamativo y único, con arreglos poco convencionales. “Blue Moon”, “Nighttime” y “Stroke It Noel” son tan hermosas como cualquier otra cosa que Chilton haya escrito, y el ritmo de “Thank You Friends”, “Jesus Christ” y “O, Dana” bien podrían haber pertenecido a “Radio City”. Por otro lado, los temas “Holocaust” y “Kanga Roo” son inquietantes, incluso difíciles de escuchar por su pesadez y su dramatismo. Chilton no era una persona fácil, tenía periodos de depresión y la situación de la banda no ayudaba. Esto puede escucharse a la perfección también en la canción “Big Black Car”.
Tal vez “Third” no sea el mejor disco para conocer la música de Big Star. De hecho, habría que empezar por el primero y seguir en orden la discografía para entender el relato hermosamente trágico que trazan los tres álbumes: desde la emoción de la juventud hasta la decepción del fracaso. Sea como fuese, Big Star nunca abandonó su objetivo de hacer grandes canciones. Pero a diferencia de los otros discos, “Third” tiene un sonido tan particular que para muchos es una de las grandes obras maestras de todos los tiempos.
El productor del disco dijo en una entrevista que “el horror es igual a la belleza, y la belleza es igual al horror… si algo está de alguna manera mal, puede convertirse en una cosa bella”. Es una buena forma de describir a “Third”, donde todo suena oscuro y apagado sólo para que las partes más hermosas puedan resaltar.
El texto anterior expresa mis ideas y opiniones