Siddhartha, Hermann Hesse

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Una de las preguntas más profundas que pueda hacerse una persona es ¿Quién soy? Es tan simple; pero tan complicada de responder, que se requiere de ayuda externa para transitar el camino que conduzca a hacerlo.

Muchos lo han intentado, mas no lo han conseguido. En la búsqueda se pasa la vida sin entender, sin conseguir la llamada iluminación. Pero hubo uno grandemente conocido, Siddhartha Gautama. El Despierto, el iluminado, Buddha. La vida de este hombre ha sido documentada con precisión y sin duda es la fuente de inspiración de uno de los libros más simples y aleccionadores sobre el Ser que se hayan escrito en occidente.

Hermann Hesse, un novelista alemán que profundizó en el Ser, en la espiritualidad humana, escribió la historia del hombre que busca encontrarse así mismo y decide dejar la comodidad y la fortuna, por emprender un camino que le conduzca a conseguirlo, Siddhartha. Ese era el nombre del que había sido llamado a convertirse en Buddha.

El joven halcón

La curiosidad del hijo del brahman era grande, como sus conocimientos de los libros, de las oraciones, de la religión. Aprendía sobre el camino, los profesores, los sacerdotes hablaban de él, de la búsqueda del yo; pero nadie podía responder al curioso y muy inteligente joven. Nadie había recorrido el camino y nadie sabía como hacerlo. Solo aprendían más y más, a meditar, a orar, había un gran conocimiento; sin embargo, nunca había respuesta a la gran pregunta, el encuentro con el uno, al más importante de todos, al único.

¿Cuántas personas que tienen siempre andan buscando? Algunos poseen conocimiento; pero parece que eso no conduce al encuentro con su ser, se sienten atrapados.

Están atrapados como lo estuvo Siddhartha, el Buddha histórico, que nació y vivió en un palacio y solo con salir de él se dio cuenta que la vida también era sufrimiento, escasez, enfermedad, pobreza. 

El Siddhartha de Hesse, también estaba agobiado y encerrado en un mundo que no daba respuestas a lo que buscaba y por eso decidió salir del confort, de la abundancia, para seguir a los Samanas, ascetas, hombres que vivían de la bondad de otros, eran hombres entregados a la renunciación, a la meditación, ellos tenían un camino. El joven halcón decidió seguirlos en busca de su camino; pero primero tuvo que demostrarle a su padre que su decisión era inquebrantable, su amigo Govinda le siguió.

Aprendería más tarde que no conseguiría la iluminación siguiendo a otro, cada quien tiene su camino.

 Comienza la travesía

Ahora junto a los ascetas, debían ayunar hasta por 28 días, aprendieron más sobre la paciencia, se alejaron de sí mismos, del dolor, del hambre, de los pensamientos, se fusionaron con la naturaleza en uno solo. Por tres años vivieron así; Siddhartha el despierto, no encontraba satisfacción.

En su camino oyen de Gotama, el Buda, y Govinda insta a Siddhartha a conocerlo, a ir y escuchar al sublime. No obstante, el conocimiento no es lo que busca el hijo del brahman. Van con el iluminado y le escuchan, mientras Govinda se hace su discípulo, Siddhartha encontró en el discurso un detonante que lo hace decidir ir a buscar su propio camino hacia el encuentro con el yo.

Los caminos se van haciendo al caminar y el de cada quien es diferente, hay un detonante para cada revelación y para cada quien ese detonante se presenta de manera particular. No aparece si no se está haciendo su propio camino, en movimiento, siempre en movimiento.

Del encuentro con Gotama, la reflexión lo aborda. Siente que está a punto de despertar, que no tiene casa, amigos, así comienza su propio camino, no sabe hacia a donde; pero camina.

El río enseña que todo regresa

El joven Brahman, ve el mundo de forma diferente, ahora todo le parece más hermoso, disfruta más de cada cantar de los pájaros, del viento, del agua. No necesita ni ayunar, ni largas meditaciones, solo entiende que debe entregarse, desprenderse y disfrutar de todo, porque él forma parte de todo.

Siddhartha le pide al barquero que lo lleve al otro lado del río; pero que no tiene dinero. Y el barquero le responde que lo llevará porque todo regresa, eso le enseñó el río.

Ahora conocerá sobre lo que nunca oyó hablar, tal vez conocerá el amor y cómo los seres humanos se aferran a las cosas y lo frágiles que se hacen por eso.

El uso del conocimiento

Conoce a Kamala, una cortesana, y le pide que le enseñe su arte, eso le costará algo que no tiene; pero Siddhartha, siempre tiene respuestas sabias. Él sabe que cosas mucho más difíciles ha conseguido. Aprendió que todo se logra ayunando, sabiendo esperar y sabiendo pensar y las tres cosas las dominaba.

Cuando se ha entrenado el cuerpo y la mente a superar cada obstáculo, cualquier cosa es posible de alcanzar.

La cortesana le presenta a un adinerado comerciante, kamaswami. Pocos en la época de Siddhartha sabían escribir y leer, él sabía mucho más y gracias a su agudeza hizo que el comerciante hiciera mucho dinero, ahora el joven halcón, tenía para pagar lo que la cortesana pedía. A él no le importaba el dinero, no tenía ningún apego. Estableció una relación más profunda con Kamala; pero ambos sabían que sus caminos eran diferentes. 

Dejó atrás lo aprendido, se entregó a los placeres que otros hombres apreciaban, ahora también lo hacía él. Pero en el fondo, Kamala y él sabían que en el fondo seguía siendo un Samana, que él iba tras algo más grande que la existencia.

Quien no tiene miedo a perder, quien no tiene apego al dinero, a la felicidad, al amor, a la victoria, ¿Cuánto puede llegar a hacer o cuánto puede arriesgar? ¿Quién puede competir con alguien así?

Logró reputación de jugador temible, era capaz de apostar todo lo que poseía en la ciudad, que no era poco. Quienes jugaban con él eran derrotados por el miedo a la pérdida, eso no lo tenía Siddhartha y eso lo hacía ganar, no le importaba nada, a los demás sí, el sabio, había caído en las redes del Sansara.

Pero, acudió a la meditación al enfrentar lo que estaba haciendo y gracias al saber pensar pudo darse cuenta que actuaba como niño, como actuaban los hombres de la ciudad. Luego, se levantó y dejó todo para seguir en el camino.

La meditación invita a los hombres a dejar la mente como el agua tranquila, a ser pacientes, a saber pensar, es algo que en occidente poco se hace aún, con todo y la influencia de la cultura que viene de donde sale el sol y que, gracias a escritos como el libro Siddhartha, se tienen en este lado del mundo.

Hermann Hesse recibió el premio Nobel de literatura 1946 y dejó este hermoso libro, en el que el lector o lectora, pueden encontrar en Siddhartha un personaje que le habla sobre lo que significa ser. De lo importante que es conseguirse así mismo, de lo importante del desapego a las cosas, de la importancia de salir y vivir para descubrir.

La vida es el camino para la iluminación y cada quien debe buscar la suya con su propio ritmo y siguiendo sus propios pasos.


En este escrito expreso mis ideas y opiniones inspiradas en el libro “Siddhartha” de Hermann Hesse.

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