ENTREVISTA

Diego Seminario

Es un actor y escritor peruano, con unos cuantos ases más bajo la manga.

Diego Seminario es un actor y escritor peruano, con unos cuantos ases más bajo la manga. Para ser sinceros, ha pasado por un número de experiencias importantes e inusuales en la vida. Desde vivir por varios años al estilo monacal en una congregación religiosa, pasando por diseño gráfico, filosofía, coaching, actuación, dramaturgia, cine para luego convertirse en viajero nómada. Sin embargo, todo cuanto hizo siempre estuvo relacionado al arte. Hoy le preguntamos ¿Que cree que se necesita para ser un verdadero artista? Aquí sus respuestas.

Hace unas semanas estaba en el balcón de una amiga pintora. La vista desde su tercer piso y el aire fresco que corría por el ventanal daban el ambiente perfecto para ponerse a hablar por horas de diversos temas y como suele suceder con artistas, pues siempre sale a relucir o a tratar de definir que es un verdadero artista. Mi interlocutora me cuestionaba, ya que ella misma no sabía aun si era o no una artista en todo el sentido de la palabra. Y es que a pesar de que ella se dedica enteramente a pintar, (aunque no sabe por cuánto tiempo más podrá hacerlo) nunca tuvo un entrenamiento propiamente académico. No se formó en ninguna escuela de arte ni lleva bajo el brazo un título que respalde el nombre de artista que ella cree osar usar.

¿Es importante un diploma para ser artistas?

Creo que las escuelas de arte son una novedad ingeniosa, maravillosa y muy necesaria, pero no son imprescindibles para la formación de artistas.

 

Un artista no solo puede salir de una escuela de arte, de hecho, en el pasado ese concepto no estaba tan desarrollado como ahora, y no cabe duda que muchos de los artistas del pasado jamás tuvieron acceso a una escuela propiamente dicha. Es muy probable y muy verosímil en cuestiones de arte, que hayan tenido algún maestro o algunos maestros, que pudieron haber sido desde los propios padres (también artistas) hasta mentores que posteriormente encontraran en sus vidas.

En mi propia experiencia puedo decir que he bebido la formación artística de distintas formas. Cursé años en un conservatorio de actuación, con clases formales y un horario de instituto, pero donde pude notar que a pesar de que todos mis profesores tenían estudios, su pericia o maestría no solo venían de esos años de formación, sino también de sus experiencias de vida.  El director de mi escuela era un gran actor, que había estudiado la técnica de Meisner en New York, pero que sin embargo antes de ir a estudiar a Estados Unidos, ya había tenido una importante carrera actoral, sin mayor formación alguna. Y es que, ¿Qué le puedes pedir a un hombre que nació en un familia donde la mayoría de sus parientes

la mayoría de sus parientes eran actores? Su madre fue primerísima actriz (de nacionalidad española) pero muy querida en Perú. Su padre, sus tíos, sus abuelos, todos actores. El mismo contaba sus recuerdos desde los tres años, siempre en teatros, detrás de bambalinas en diversas obras. Debutó en el teatro muy pequeño y fue desarrollándose naturalmente. ¿Cómo juzgar si mi director de carrera era o no un artista profesional antes de irse a estudiar a New York? ¿Acaso alguna escuela puede darte la experiencia de ver como en casa tus padres aprendían sus textos, como vivían la mística de su profesión, los sacrificios detrás de ella? (tengo más de una historia de amigos que hicieron función el día que un familiar muy cercano murió)

En todos mis años como actor, jamás tuve que mostrar mi diploma. Es verdad que siempre me preguntaron de donde venía, en que escuela había estudiado, pero una vez dicho esto, simplemente me invitaban a hacer el casting, como quien dice: ¿A ver demuéstrame que eres de esa escuela? Y cosa curiosa, quienes estaban entrenados en su oficio de casting realmente podían incluso adivinar de que escuela habías venido. Ya que cada artista sea cual sea su área, tiene ciertos rasgos, ciertas características, estilo que lo define y que por ende da pistas de quien fue su mentor, de donde bebió para adquirir el arte que ahora muestra.

Eso no quita que estudiar sea importante. Lo es. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no es el único medio para llegar a ser un “verdadero artista”. De hecho, la formación de un artista puede venir de maneras tan diversas y particulares como estilos existen. El arte es así, sin posibilidad de contenerlo, de encasillarlo en parámetros regulares y predecibles, sino todo lo contrario, busca sus propias formas, su propio lenguaje para nacer, para expresar de la mejor manera la realidad en la cual se está gestando.

 

Si tuviera que dar cuenta de cómo estudie dramaturgia, pues tampoco podría decir que fue de la manera más académica y tradicional, pero al mismo tiempo sí que lo fue. Luego de estudiar actuación decidí incursionar en dramaturgia. Decidí formarme con Alonso Alegría, un conocido dramaturgo y crítico de teatro (Autor del Cruce sobre el Niagara), además de hijo de Ciro Alegría, un famoso escritor dentro de Latinoamérica.

Alonso como buen maestro con una metodología nos hizo estudiar primero toda la teoría por medio de un gran manual de escritura. Sin embargo, nunca asistí a una clase con pizarra y Power Point. Sus clases eran en su casa, con otros cinco o seis colegas más, todos escribíamos, nos leíamos, analizábamos y volvíamos a leer. Todo esto en medio de un ambiente ameno, con bebidas, galletas, quesos, snacks, etc. Era como una reunión de amigos, con unos cuantos elegidos por Alonso por medio de una entrevista. Ya luego hizo de sus clases algo más formal y armó una escuela de talleres de escritura, sin embargo, creo haber tenido una gran suerte al recibir una formación menos formal en este arte. De hecho, cada uno de mis compañeros de ese entonces han resultado ganadores en algún momento de sus vidas con alguna obra escrita, al igual como me pasó a mí en el 2015 (Ganador del premio nacional de dramaturgia). Inclusive muchos de ellos ganaron con la obra que estaban desarrollando mientas estuvimos estudiando juntos.

Así que debo decir que lo académico es importante, pero no esencial.  Hay muchas otras experiencias en el arte que pueden sustituirla.

¿Entonces, que hace a un artista un verdadero artista?

Mientras que para unos la formación es necesaria. Hay otros que le dan más importancia al factor económico. Un artista no puede considerar que su profesión es el arte si no puede ganarse la vida con aquello que hace. Es verdad que vivir del arte fue, es y será un gran drama que colorea la vida de cada artista de manera particular. Pero tampoco creo que este sea un requisito para considerarse artista. ¿Porque? Porque existen muchos artistas que en vida nunca tuvieron éxito financiero y tuvieron que dedicarse a otras cosas para seguir su estilo de vida y su pasión. Es muy conocido el caso de Van Gogh, quien solo vendió un cuadro en toda su vida unos meses antes de morir, teniendo en cuenta que hizo más de 900. O Paul Gauguin, que abandonó a los 32 años de edad su empleo como agente de bolsa para dedicarse exclusivamente a la pintura, y sin embargo murió pobre y decepcionado en las islas Marquesas.  Pero ¿Quién puede dudar que estos dos personajes no eran verdaderos artistas?

Recuerdo una conversación con Reinaldo Arenas, actor peruano muy conocido, quien se inmortalizó por interpretar al mítico Tupac Amaru. Él me contó en una de las giras que hicimos juntos, que antes de obtener el papel que le dio un giro a su carrera, él había dejado de actuar, se había ido a una pequeña ciudad en los andes peruanos y trabajaba de renovador de zapatos. Había visto que en ese pueblo no había ningún tipo de máquina para trabajar el cuero, así que compró una en Lima y se dedicó a trabajar el cuero de los zapatos y las correas. Recuerdo que me contaba entre risas que fue de los momentos donde menos apuros económicos tuvo. Y sin embargo a pesar de los años en los que estuvo retirado del arte, siguió cultivando ese fuego creador que todo artista lleva dentro, muestra de ello fue lo preparado que estuvo para asumir al personaje que lo volvería a colocar en el estrellato y por fin dedicar su vida plenamente a su pasión.

Que la pasión te indique por donde ir

Ni la formación, ni la venta exitosa de tu arte te asegura el título de artista. Creo que un verdadero artista jamás dejará de estar dotado de talento, al mismo tiempo que será necesario que adquiera la disciplina para desarrollar una técnica y se preocupe cada vez más por encontrar los medios de rentabilizar sus creaciones. Pero por sobre todo, creo que lo que un artista no debe perder jamás es esa pasión. Un amor real por expresar su vida a través del arte. Para un artista es imposible experimentar el mundo si no es por medio del arte, de ese deseo intenso de crear, de transmitir, de permitirse sentir y hallar los medios para compartir con el resto del mundo ese sentimiento, esa percepción, esa visión distinta de las cosas. Y, por último, que tenga claro que es su vocación. Ya que la vida del artista nunca ha sido fácil, parece que en la mayoría de casos es una característica de la profesión, pero sin verdadera vocación el camino es siempre muy cuesta arriba. Sin embargo, quien lo tenga marcado en el alma y no puedan hacer otra cosa que ser aquello que quieren ser: Artistas. A esos, a pesar de lo difícil del camino, el destino no les será esquivo, sin importar los resultados humanamente aceptables que lleguen a conseguir. Un verdadero artista es como un grito profundo, de esos que salen de los ovarios, de esos que te ayudan a parir. Y sea como sea, la obra de un artista encuentra la luz, su voz será escuchada si es que realmente tiene algo importante que decir.