La lucha de John Lewis por los derechos de los afroamericanos

La muerte del congresista afroamericano John Lewis ha repercutido fuertemente en todo el mundo. Considerado como “La conciencia del Congreso de los EEUU”, su figura pasará a la historia como la de un incansable luchador contra la opresión y la injusticia social que padecen los afroamericanos. Lamentablemente, el cáncer de páncreas que terminó con su vida fue una de las pocas luchas que no pudo ganar. Sin embargo, el legado del incansable activista John Lewis ha demostrado que la integración social prevalecerá siempre por sobre el odio y la intolerancia.

“Queremos nuestra libertad y la queremos ahora”, afirmó el ahora fallecido congresista demócrata John Robert Lewis durante la histórica Marcha de Washington de 1963. En ese entonces contaba con apenas 23 años de edad, lo que lo convertía en el integrante más joven del grupo de los Big Six, el cual estaba compuesto por otros prominentes luchadores de los derechos civiles para los afroamericanos.

Lewis pronunció aquellas incendiarias palabras parado en el mismo podio en donde el ministro Martin Luther King Jr realizó su memorable discurso que fue inmortalizado por la frase “Yo tengo un sueño”. Si bien John Lewis no consiguió la notoriedad y relevancia de King, esto puede deberse en parte al hecho de que éste último alcanzó un estatus de mártir al ser asesinado en abril de 1968.

La lucha por los derechos civiles de los afroamericanos que comenzó a mediados del siglo pasado forma la base del activismo actual que adoptan movimientos como el Black Lives Matter. En este sentido, el congresista John Lewis probablemente se haya despedido de este mundo con la desilusión de ver que en los EEUU muchas cosas siguen igual. Durante la mayor parte de sus 80 años de vida se enfocó en participar activamente de luchas –tanto en las calles como en el Congreso- que generaron cambios radicales en la, muchas veces intolerante, sociedad norteamericana.

El coraje de Lewis jamás disminuyó con el paso de los años, cuestión que resulta más que evidente durante sus públicos enfrentamientos con el actual presidente de los EEUU, Donald Trump. La trayectoria y el respeto que agigantaban la figura del congresista afroamericano resultaban ser tan prominentes, que ni siquiera un personaje eternamente confrontador como Trump se atrevió a atacarlo de manera directa. Pero estas consideraciones actuales hacia su persona distan mucho de la segregación social que debieron afrontar la gran mayoría de afroamericanos –sobre todo en el sur- durante la primera mitad del siglo XX.

Uno de los aspectos más destacables de la manera en que John Lewis y sus colaboradores se opusieron al opresor y racista Estado norteamericano de mediados del siglo pasado fue que lo hicieron en las calles. Lejos de utilizar medios de protesta modernos como sitios web o aplicaciones de celulares, el activismo de Lewis se llevaba a cabo desafiando física y directamente a las autoridades.

Para las nuevas generaciones de millenials, las razones de que este líder histórico de los derechos civiles de los afrodescendientes sea tan venerado pueden resultar difíciles entender. Para ello, es necesario situarnos en el contexto social en el que se desarrollaron los primeros años de lucha de John Lewis, los cuales estaban plagados de racismo, intolerancia y segregación.

Durante la primera mitad del siglo XX, los afrodescendientes sólo podían viajar en colectivos que tenían asientos designados para ellos en el fondo de los vehículos. Este tipo de segregación no sólo tenía consecuencias psicológicas, sino que muchas veces dejaba secuelas físicas en todos aquellos que, como Lewis, se negaban a acatar estos injustos condicionamientos.

Actualmente, parece increíble que una sociedad tan desarrollada como la de los EEUU haya pasado buena parte de su reciente historia moderna oprimiendo activamente a sus minorías de color. John Lewis creció en la región sur de su país, la cual en ese momento regulaba estrictamente las libertades de las personas de raza negra mediante el amparo de las Leyes de Jim Crow. Los casamientos interraciales estaban prohibidos, así como el acceso de afrodescendientes a determinados colegios y universidades e, inclusive, la utilización de los mismos espacios públicos que los blancos.

En la gran mayoría de los estados, los afrodescendientes no podían votar, cuestión que generó en 1965 la famosa Marcha de Selma (también conocida como el Domingo Sangriento), en la que Lewis sufrió una fractura de cráneo por parte de la policía. Pero su lucha y la de todos los que participaron activamente de esta protesta finalmente rindió sus frutos. Ese mismo año, el presidente norteamericano Lyndon B Johnson promulgó la Ley de Derechos Electorales, otorgándoles a las minorías la posibilidad de ejercer su voto. Teniendo en cuenta aquellas viejas limitaciones y, con más de 50 años de lucha sobre sus hombros, Lewis jamás pensó que viviría lo suficiente como para ver a un afrodescendiente convertirse en el máximo mandatario de su país.

Barack Obama asumió la presidencia de los EEUU el 20 de enero del año 2009, una fecha que ningún afroamericano podrá jamás olvidar. Si bien Obama no parecía obsesionarse en sus discursos con la cuestión de segregación racial, sí mantuvo una política activamente integradora. Esto fue evidente cuando, en el año 2011, reconoció los aportes de John Lewis al otorgarle la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor que un civil estadounidense pueda recibir.

John Lewis fue un hombre que estaba convencido de que la paz y la reconciliación siempre serán más poderosas que el odio, una filosofía de vida que él demostraba con actos concretos. En febrero de 2009, un hombre de unos 70 años se le acercó y le pidió perdón porque, décadas atrás, él lo había golpeado cuando Lewis se encontraba en un autobús. A pesar de que el anciano también reconoció que había sido miembro del Ku Klux Klan, Lewis no sólo aceptó sus disculpas, sino que terminó abrazándolo mientras el otro hombre lloraba desconsolado.

Posiblemente, John Lewis sea una de las pocas personas cuyos arrestos han sido motivo de orgullo. Encarcelado unas cuarenta veces durante sus largos años como militante callejero y cinco más siendo congresista, cada uno de esos encierros fueron producto de su constante lucha por lograr una mayor equidad social. Pero estos actos no se limitaban a generar un cambio en la sociedad Norteamérica: uno de ellos fue para protestar contra el apartheid sudafricano y otro para concientizar al mundo del genocidio en Darfur, Sudán. Muchas de estas historias las plasmó Lewis en su aclamado libro autobiográfico “Marcha. Libro Tres”, por el cual ganó el prestigioso premio National Book Award.

Sin dudas, el congresista John Lewis pasará a la historia como uno de los mejores ejemplos humanos de que, sólo recorriendo el camino de la integración y la tolerancia, las sociedades modernas pueden considerarse como civilizadas. El reciente asesinato del afrodescendiente George Floyd en manos de la policía norteamericana es tan sólo una muestra de que, en los Estados Unidos de América, todavía queda mucho por hacer en este sentido. Sin embargo, las masivas muestras de solidaridad que impulsaron las marchas Black Lives Matter son un alentador reflejo de la lucha que John Lewis y sus colaboradores comenzaron hace más de 70 años atrás.


El texto anterior expresa mis ideas y opiniones inspiradas en
History: John Lewis Biography. (https://www.biography.com/political-figure/john-lewis)
The Atlanta Journal-Constitution: Five things to know About Congressman John Lewis. (https://www.ajc.com/news)
NBC News: John Lewis Leads the Charge Against Donald Trump. (https://www.nbcnews.com/politics/politics-news)

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