
Cine en pandemia
El 19 de marzo de 2020, el Festival de Cannes anunció que la muestra cinematográfica anual, programada para celebrarse entre los días 12 y 23 de mayo, no cumpliría con la programación debido a la pandemia del coronavirus. “Se están considerando varias opciones para continuar celebrándolo”, declararon los organizadores; “la principal es que se trate de un simple aplazamiento”. Para la industria mundial del cine (de la cual suelen acudir 40.000 personas para comprar, vender e informar sobre los estrenos) no hubo nada de simple al respecto.
A lo largo de su ilustre historia, Cannes sólo se ha detenido con una guerra o revolución de por medio. En 1968, el festival se detuvo cuando las huelgas a lo largo de todo el país situaron a la economía francesa en un punto muerto. Antes de eso, la primera edición de Cannes fue interrumpida por el estallido de la Segunda Guerra mundial. El día después de la ceremonia de apertura de 1939, en la que se proyectó El jorobado de Notre Dame, las tropas alemanas invadieron Polonia. El festival no se reanudó hasta 1946.
En todos los frentes la rápida propagación de del virus se compara a una batalla campal. Para la industria del cine esta crisis ya ha supuesto la pérdida de 7mil millones de dólares de ingresos en taquilla, una cifra que se espera que a finales de mayo ascienda a los 17 mil millones. Mientras tanto, el sindicato estadounidense de la industria del entretenimiento (el International Alliance of Theatrical Stage Employees o IATSE) informa de que se han despedido a 120 mil trabajadores en Hollywood debido al cese de actividad. El impacto inmediato ha sido catastrófico, pero también está creciendo la preocupación por el futuro del cine. Ahora que el distanciamiento social y el auto-aislamiento se han convertido en la norma, ¿podrá sobrevivir un negocio construido en torno a una experiencia comunitaria?
Cines cerrados
En enero del 2020, apenas unas semanas después de que aparecieran los primeros casos de coronavirus en la ciudad china de Wuhan, empezaron a cerrarse los cines de la región. El momento fue particularmente devastador, pues sucedió en vísperas de la celebración del Año Nuevo chino, que normalmente es una de las semanas más lucrativas y con más visitas al cine en todo el mundo. En 2019, el mismo período de 20 días reportó 1.500 millones de dólares en beneficios, mientras que este año apenas se llegó a los 3.9 millones. Poco después, la totalidad de los 70.000 cines chinos cerraron, y con la propagación del virus en el resto del mundo, los cines de Italia, España y el mundo árabe fueron detrás. En Francia, Reino Unido e Irlanda se intentó aplicar el distanciamiento social en los cines implantando la separación de los asientos y reduciendo la capacidad de las salas, pero poco duró esta decisión. Para cuando se les ordenó cerrar, muchos ya lo habían hecho debido a la falta de demanda. Es posible que algunos cines independientes no reabran, superados por el pago de los alquileres de las salas.
Estrenos pospuestos
En respuesta a esto, las superproducciones pospusieron rápidamente sus fechas de estreno. La 25ª película de James Bond, titulada (irónicamente) “Sin tiempo para morir” por la Metro Goldwyn Mayer, se cambió de abril a noviembre, Mulán de Disney, Viuda negra de Marvel y Wonder Woman 1984 de DC también han sido atrasadas. Mientras compiten por los mejores huecos del otoño, las películas más pequeñas se encuentran explorando otras opciones. Universal hace poco se convirtió en el primer estudio tradicional en romper con la exclusividad por parte de los cines, haciendo que sus estrenos actuales estuviesen disponibles inmediatamente para ser vistos desde casa, en lugar de tener que esperar 90 días. Esto enfadó a los dueños de los cines que llevan mucho tiempo luchando con las plataformas de streaming que lo hacen, pero más estudios siguieron su ejemplo, incluyendo a Pixar con Onward y Warner Brothers con Aves de presa. Una vez termine esta crisis, estrenar simultáneamente las películas en los cines y en streaming podría convertirse en algo habitual.
Festivales en peligro
Quienes están luchando por conseguir realizar y distribuir sus proyectos están igual de angustiados. El primer golpe duro para los cineastas independientes llegó con la cancelación de SXSW, que iba a celebrarse en Austin, Tejas, entre los días 13 y 22 de marzo. Afectados por el batacazo financiero, los organizadores del festival tuvieron que despedir a un tercio de su personal para el año entero. Se estima que la economía local ha perdido 350 millones de dólares, y quienes fueron empleados expresamente para el festival se han quedado con los bolsillos vacíos. Aquello creó un efecto dominó: una semana después se pospuso el Festival de Cine de Tribeca y una semana después le siguió Cannes. Incluso si se reprograman en otoño, el tener que pelearse por conseguir un hueco junto a los festivales de Venecia, Telluride y Toronto podría tener como consecuencia que los pequeños festivales de cine desaparecieran completamente del mapa.
El cine post-crisis
La industria sin duda se lo ha tomado en serio a la hora de hallar formas innovadoras de sortear los obstáculos actuales. Mientras los platós siguen cerrados, las salas de guionistas se están sustituyendo por reuniones de Zoom, la Sociedad de Castings de América y el SAG-AFTRA (Sindicato de Actores y la Federación americana de artistas de radio y televisión) están promoviendo los castings virtuales y en remoto, y los festivales están empezando a encomendarse a las emisiones y ventas online.
Así las cosas, mientras va desapareciendo el estigma en torno al streaming y quedarse en casa se convierte en el nuevo salir por ahí, ¿seguiremos con ganas de experimentar la gran pantalla una vez concluya la crisis? Parte de la respuesta podemos hallarla en China, donde el brote parece estar retrocediendo y los cines poco a poco se están reabriendo. El 20 de marzo había 486 cines abiertos, pero las taquillas de todo el país recaudaron menos de 2.000 dólares. En las regiones costeras de Fujian y Guangdong no se vendió ni una sola entrada. Es posible que los espectadores necesiten tiempo para recabar la confianza suficiente para acudir a los cines después de meses en cuarentena, pero también es posible que esta pandemia haya impulsado a la industria del cine hacia un futuro más digital, acelerando así una transición que se ha ido fraguando a lo largo de esta última década. Por supuesto que el cine permanecerá, pero ¿de qué manera? Aún es pronto para saberlo.