
La evolución física de los deportistas actuales
El lema del certamen deportivo mundial por excelencia, los Juegos Olímpicos, es “Citius, Altius, Fortius”, términos del latín que se traducen como “Más rápido, Más alto, Más fuerte”. Además del acceso a incontables avances tecnológicos, el nuevo milenio nos trajo a atletas que, sin dudas, son merecedores de recibir esos calificativos. En las máximas competencias mundiales, gran parte de los records deportivos que un siglo atrás supieron alcanzar sus antecesores han sido superados por los atletas actuales. Resulta aún más sorprendente el hecho de que los científicos aseguran que el ser humano moderno todavía no alcanzó el pico máximo de su capacidad física.
La tecnología cambia, nuestra genética cambia y hasta la manera en que encaramos mentalmente los deportes cambian. Estas son las cuestiones que plantea el reportero David Epstein, quien ha estado realizando una exhaustiva investigación sobre la manera en que los atletas modernos consiguen mejorar exponencialmente los records alcanzados por otros deportistas tiempo atrás. Teniendo en cuenta su lógica, existen tres variables que determinan la capacidad que tienen los deportistas actuales para ser más rápidos, más fuertes y más ágiles que sus antepasados. Ellas son: Tecnología, Genética y Mentalidad.
El científico del deporte Ross Tucker realizó una comparación que sirve para poder contemplar cómo algunos cambios tecnológicos realizados en las competencias profesionales les han otorgado una ventaja competitiva a los atletas actuales. Tomando como referencia al atletismo, si el afrodescendiente Jesse Owens (ganador de cuatro medallas de oro en las Olimpíadas de Berlin de 1936 y poseedor de varios records mundiales en atletismo) se hubiera enfrentado en una carrera de 100 metros con el actual campeón mundial, Usain Bolt, éste último apenas habría ganado el desafío por unos pocos pies de diferencia.
La razón por la cual Bolt ha logrado reducir el record establecido por Owens en medio segundo en los 100 metros llanos es la diferencia de superficie (Owens siempre corrió sobre una pista de ceniza, mientras que actualmente éstas son sintéticas) y el hecho de que, al comenzar la carrera, los atletas modernos apoyan las plantas de sus pies en tacos de salida profesionales. Owens solía utilizar una pala de jardinería para cavar en la pista de cenizas un agujero que le permitiese impulsar su cuerpo al momento de la largada. Pequeñas diferencias como éstas –que finalmente resultan ser muy importantes- pueden encontrarse en la mayoría de las competencias actuales, lo cual crea modificaciones que logran diferenciar los resultados deportivos entre una época y otra.
Lo mismo sucede con el salto en alto. Mientras que hasta el año 1950 la corrida se realizaba sobre césped, a partir de entonces pasó a ser de tartán (material formado por una mezcla de goma y asfalto). El calzado también cambió: antes se utilizaban zapatillas comunes, pero ahora éstas incluyen una serie de protuberancias de metal que les otorgan mejor agarre sobre la pista. En este sentido, la gran mayoría de los deportistas profesionales modernos cuentan con la ventaja de poseer un equipamiento tecnológicamente más avanzado, por lo que su rendimiento lógicamente es superior al de los atletas de antaño.
Existe una evolución dentro de la competencia deportiva que, afortunadamente, ha sido positiva en cuanto a la integración racial de los atletas. Atrás quedaron los tiempos aquellos en que deportistas como Jesse Owens debían ordenar su comida para llevar o frecuentar restoranes sólo para afrodescendientes. A partir de entonces, la gran mayoría de las superestrellas deportivas han sido personas de color: Michael Jordan, Tiger Woods, Usain Bolt, Muhammad Ali o Serena Williams son sólo algunos ejemplos de ello.
La ciencia moderna también ha colocado a disposición de los atletas actuales una amplia gama de suplementos nutricionales que mejoran notablemente su potencia y rendimiento. Sin embargo, estos complementos de origen natural como vitaminas, minerales y aminoácidos deben diferenciarse de las llamadas drogas mejoradoras del rendimiento (PEDs). Si bien se justifica que, debido a la fuerte demanda física a la que exponen sus cuerpos, los atletas profesionales consuman este tipo de suplementos, aquellos que deciden aumentar su capacidad deportiva mediante el uso de esteroides anabólicos se exponen a graves consecuencias para su salud.
En el aspecto genético no existen grandes cambios entre los atletas actuales y sus antepasados de un siglo atrás. Pero, si bien sus cuerpos básicamente poseen la misma fuerza, agilidad y resistencia, el cambio radica en la manera en que los entrenadores modernos buscan una complexión física específica para determinados deportes. Durante buena parte de comienzos del siglo pasado, el pensamiento general era que un deportista de complexión física mediana tenía el tamaño óptimo para dominar cualquier actividad física. Mucho de aquella teoría se debía al concepto del cuerpo ideal delineado por Leonardo Da Vinci en su dibujo llamado El Hombre de Vitruvio.
Los jugadores de la NBA, por ejemplo, no se han vuelto más altos con el paso del tiempo: simplemente los cazadores de talento se han enfocado más en integrar a este tipo de jugadores en sus equipos. En contraparte, pero siempre siguiendo la misma lógica, el tamaño de las bailarinas de gimnasia olímpica se ha visto reducido a través de los años. Así es también como el cuerpo ideal de los nadadores es aquel que posee un torso más elevado que sus piernas (de manera que la complexión física asemeje a un bote) y, por ejemplo, el de un jugador de water-polo requiera antebrazos más largos, para poder arrojar el balón con mayor fuerza y elasticidad.
Los entrenadores modernos tienen a su disposición bases de estadísticas y logaritmos computarizados que les permiten diseñar la mejor estrategia para que sus atletas alcancen el máximo rendimiento posible. La ciencia también ha creado audífonos diseñados para estimular la corteza motora del cerebro, implantes avanzados de prótesis y dispositivos que monitorean la actividad física del individuo –entre muchos otros avances tecnológicos-, todos ellos contribuyen a maximizar el potencial del deportista actual.
En cuanto a la mentalidad de los deportistas, el tercero de los puntos delineados por Epstein, ésta es una cuestión de enorme importancia. Los competidores profesionales cuentan con el patrocinio millonario de las marcas más importantes del mundo, una presión contractual que ejerce una motivación extra sobre el atleta. Básicamente, el deporte moderno es una gran máquina de hacer dinero (tanto para los atletas y entrenadores, como para sus patrocinadores) y, junto con la masiva proyección de los medios de comunicación y las redes sociales, esto logra potenciar las ansias de los atletas por alcanzar el podio.
Más allá de las sospechas del uso de esteroides por parte de algunos competidores, gracias a la motivación extra de grandes sumas de dinero y las ventajas de contar con el mejor equipamiento que la tecnología puede ofrecer, los deportistas profesionales de la actualidad continúan batiendo records. Nos encontramos en los comienzos de una era en la que la tecnología está comenzando a integrarse con el cuerpo humano para mejorar aquellas condiciones relacionadas con la discapacidad. Sin embargo, cabe esperar que esta fusión de máquina-cuerpo humano eventualmente comience a aplicarse en las disciplinas deportivas. ¿Será este el camino a seguir una vez que los atletas alcancen el pico máximo de su rendimiento?
El texto anterior expresa mis ideas y opiniones inspiradas en
Are athletes really getting faster, better, stronger?. (https://www.ted.com/)
How Technology and Smarts Help Athletes Push the Limits. (https://www.nationalgeographic.com/)
Performance Enhancement Drugs and Sports Supplements: A Review of the Evidence. (https://www.sciencedirect.com/)
Are Athletes Really Getting Faster, Taller And Stronger? (https://www.scienceabc.com/)