
FoMO: cuando se disfruta más la vida de otros
Aunque es lógico suponer que los avances tecnológicos han de traer consigo efectos sociales, ciertos síndromes que la digitalización ha creado, y que recién se están reconociendo y explorando, no los podríamos ni siquiera haber imaginado un par de décadas atrás. Además de la adicción a las pantallas y la nomofobia, ahora se tiene más registros sobre el FoMO, acrónimo de un trastorno social cuyo nombre completo es Fear of Missing Out.
La mayoría de la gente puede estar en paz con el hecho de que no suceda nada interesante a lo largo de 24 horas, o de una semana, o incluso meses. La normalidad, según lo que cada quien percibe como rutinario en su vida, es un bien preciado para muchos; sin embargo, para otros, es inaceptable. Lo que es más, estos otros saben que hay algo crucial sucediendo en alguna parte del mundo, a alguien, y tienen miedo de perdérselo. El suceso crucial en cuestión puede ser superfluo para los demás pero, para quien padece de este trastorno, no lo es.
Es necesario acercarse a estos otros para comprenderlos y entender sus miedos puesto que, de acuerdo con el blog de la compañía de marketing TrustPulse, alrededor del 69% de los individuos dentro del rango generacional de los millennials sufre de FoMO. No obstante, el miedo a perderse algo ha existido desde hace mucho tiempo, y la mayoría de la gente suele experimentarlo en algún momento de sus vidas sin que se convierta en un inconveniente que cause traspiés en la actividad diaria.
La necesidad de saber cómo les va a otros para determinar la condición en la que se encuentra uno mismo es inherente al ser humano, como lo demuestra un estudio en la Universidad de Iowa sobre las comparaciones sociales. Por medio de la comparación, nos es posible entender la magnitud de las decisiones que hemos tomado y juzgarlas como buenas o malas. Antes de que existiera internet y los dispositivos digitales, lo común era esparcir información de una persona a otra a partir de los intercambios en los eventos sociales.
Las redes sociales, como suele suceder, dilatan problemas o situaciones ya existentes. De repente, la información que podemos obtener ya no se da en un evento donde solo asisten una veintena de personas, o en una conversación privada en un supermercado; se tiene acceso a la vida de un sinfín de personas. La valoración de las experiencias que los millones de usuarios publican en sus redes sociales puede afectar a una persona que sufre de FoMO ya que esta considera que, a diferencia de la propia vida, la de otros está plagada de emociones positivas, lo que produce una malsana envidia. El problema, como sustenta USA Today, es que la idílica imagen que se proyecta en las redes sociales es obra de una cuidadosa construcción y no de un gesto espontáneo.
Estas comparaciones irrealistas llevan a que la personas que sufren de FoMO experimenten sentimientos de inferioridad, midiendo la satisfacción que obtienen de su propia existencia en relación a la que parecen obtener otros según sus redes sociales, lo que crea una falsa e inalcanzable expectativa. Según la BBC, el FoMO es producto de un desorden cognitivo, razón por la cual se llega a conclusiones negativas como el creer que se es inferior por no contar con las mismas experiencias que otros exhiben en sus perfiles. El miedo a perderse algo es parte de la ansiedad en algunos individuos, que les lleva a creer que, mientras otros están triunfando, ellos están decayendo.
Según La Vanguardia, aquellos que nacieron entre 1981 y 1993 son millennials, y presenciaron la introducción de la digitalización. Una de sus principales características como generación es su susceptibilidad a la frustración, lo cual puede explicar por qué son más propensos a sufrir FoMO.
Por tal motivo, según las estadísticas de TrustPulse, el marketing debe considerar los comportamientos que nacen del FoMO puesto que puede ser útiles para muchas marcas al momento de realizar la promoción de sus producto o servicios. 78% de los individuos dentro del rango generacional de los millennials prefieren comprar experiencias, como conciertos, viajes, cenas en restaurantes, y similares, porque esto permite que se sientan más realizados.
Así mismo, 69% de las personas que experimentan FoMO toman decisiones de compra en las siguientes 24, impulsados por la necesidad de mantenerse a la vanguardia de lo que otros están viviendo. Aún más, el 48% de la gente suele gastar dinero que realmente no posee con tal de poder seguir el ritmo de vida que creen que sus amigos tienen.
FoMO en la pandemia
A pesar de que el Coronavirus ha frenado actividades varias, cerrado lugares y cancelado eventos, el FoMO no ha disminuido. De acuerdo con USA Today, la neuropsicóloga Jennifer Wolkin alega que la ansiedad no ha desaparecido pero que los eventos que solían producir incomodidad han cambiado. Los individuos que sufren de FoMO ya no observan las actualizaciones en redes de sus contactos acerca de viajes y fiestas, sino que consumen contenido sobre cómo están aprovechando su tiempo durante la cuarentena, lo que incluso puede generar más ansiedad.
Lalin Anik, de la Universidad de Virginia, investigó más sobre la naturaleza del Fear to Miss Out durante la pandemia, descubriendo que el fenómeno no se ha adormecido sino que se ha exaltado ya que la cantidad de informaciones con la que somos bombardeados es abrumadora. Aquellos que ya tenían tendencia a la depresión o a la baja autoestima, se encuentran afectados no solo por haber, quizá, perdido sus empleos, familiares, relaciones a causa del virus, sino que están constantemente expuestos a las actividades que otros realizan a través de las redes.
Así, se añade otro pensamiento negativo a la pisquis de estas personas: mientras otros usan este tiempo para ejercitarse, aprender algo nuevo y mejorar individualmente de alguna forma, ellos desperdician su tiempo. En la opinión del profesor de psicología en la Universidad de Aalborg, Svend Brinkmann, el miedo de perderse algo puede integrarse a la vida diaria si es que las personas diseñan su propio mundo acoplando la experiencia de no enterarse sobre lo que otros están haciendo de forma voluntaria.
Si se reemplaza el estar pendiente del celular y de actualizaciones de los estados de otros por una actividad que realmente llena de forma consciente al individuo, se está tomando la decisión de estar desinformado sobre las experiencias de los demás porque se privilegian las experiencias propias.
La pandemia nos está dando la oportunidad de reconectarnos con el mundo interior, pero para ello debemos desconectarnos del mundo de los demás. No basta con evadir las redes sociales, es necesario crear un ambiente que nos permita apreciar lo que tenemos y cómo vivimos, disfrutar de lo que hacemos completamente conscientes de ello, y así dejar de estar pendientes de la calidad, muchas veces artificial, de las experiencias ajenas.
El texto anterior expresa mis ideas y opiniones inspiradas en
FOMO Statistics You Need to Grow Your Business en https://trustpulse.com/
“Nomofobia”: la adicción al celular considerada una enfermedad en https://www.24horas.cl/
What Does FOMO Mean and How Do I Deal With It? en https://www.verywellmind.com/
Descubre a qué generación perteneces según tu fecha de nacimiento en https://www.lavanguardia.com/
COVID-19 FOMO: Fear of missing out persists amid pandemic, experts say en https://www.usatoday.com/
Why you should embrace the joy of missing out en https://www.bbc.com/worklife
Social Comparison: Why, With Whom, and With What Effect? en https://journals.sagepub.com/
In our boastful, social media obsessed age, humility is in short supply en https://www.usatoday.com/
FOMO: How the Fear of Missing Out drives social media ‘addiction’ en https://www.bbc.com/