
Aprendizaje y pandemia: Cápsulas para el futuro
Las expectativas para el año escolar son como las que se tenían con el Covid 19 cuando empezó la pandemia.
El futuro escolar resulta incierto en el corto plazo (un año). Los gobiernos están en un dilema, las instituciones educativas de todo nivel, también, los padres se debaten entre la seguridad de la salud de sus hijos y su educación y los niños quieren volver ¿Qué es lo mejor para todos?
Mientras los sesudos, científicos y políticos analizan los escenarios, el año escolar comienza y en base a lo que se ha vivido hasta el momento en pandemia, se tienen algunas experiencias que pueden funcionar a nivel escolar.
Dependiendo de la modalidad que siga cada comunidad, según los protocolos autorizados por las instituciones signadas por cada Estado, la sociedad se organizará. Hay un modelo virtual en el que solo se podrán ver clases por internet y otro modelo que es mixto, que pretende ofrecer clases de manera presencial combinadas con clases virtuales.
En ambos casos los padres tienen un rol de suprema importancia; pero los padres ya se han dado cuenta que el trabajo de los maestros parece fácil; pero ya se han dado cuenta de que no es así y en muchos casos el mundo se les ha puesto el mundo de cabeza ¿Cuántos recuerdan cómo resolver ejercicios matemáticos que no volvieron a usar desde la escuela?
Los pods o cápsulas de aprendizaje, se convierten así en grandes herramientas para robustecer el conocimiento que los niños y niñas deben aprender. La demanda de maestros y tutores está en aumento en redes sociales; porque los escolares necesitan de la guiatura de maestras familiarizadas con los contenidos y las formas más adecuadas de hacérselos llegar a sus estudiantes.
Una cápsula no es más que una forma de hacer llegar conocimiento sobre cualquier tema usando medios no tradicionales para la educación como: Redes sociales como YouTube, una página web, televisión, entre otros. Se busca que la información sea creativa y entretenida para el segmento al que se busca llegar.
Según la página weareteachers.com, un maestro en Estados Unidos está cobrando por enseñar a través de cápsulas de aprendizaje un mínimo semanal por niño de 150 y 400 e incluso más. Eso puede ayudar a los maestros a compensar lo que ganaban haciendo el trabajo presencial y además tienen el beneficio de sentirse más seguros de contagiarse porque pueden trabajar desde casa, aunque bajo algunos esquemas, hay posibilidades, siempre que se cumpla con las normas de seguridad, de hacer actividades presenciales.
Los precios no son asequibles para la mayoría, por lo que la desigualdad se agudiza con modalidades como esta. Siempre, quien lo ha necesitado y ha podido pagar a tutores para mejorar el nivel de conocimiento de sus hijos, ha recurrido a este modelo, solo que por lo general se hacía de manera presencial, lo novedoso en este caso, es que esa asistencia tiene la opción de hacerse de manera virtual.
Existe una modalidad de enseñanza llamada grupos de aprendizaje, que consiste en un grupo de padres y representantes que se unen y se organizan para buscar a una maestra que les dé clases a sus hijos. Las redes sociales están siendo un gran apoyo para ello, así los padres que, por ejemplo, tienen niños para segundo grado, pueden ponerse de acuerdo y hacer grupos. Todos buscan seguridad y que los niños no bajen la calidad en su proceso de aprendizaje y no pierdan el tiempo.
En algunos países de Latinoamérica, existen instituciones formales (no son colegios) y no formales, que ofrecen apoyo educativo a los escolares, cumplen con la tarea de reforzar el conocimiento. En los casos formales, se presta el servicio en aulas de clase y en los informales, en lugares habilitados en hogares para tal fin. Son el equivalente en países como Estados Unidos, a las empresas de tutoría y microescuelas establecidas.
En estas circunstancias, los padres y representantes podrían usar la metodología virtual para el apoyo en el aprendizaje de los niños, ya sea con pods o con grupos de aprendizaje virtuales. El problema principal radica en la conexión a internet y la falta de equipos, como portátiles o computadores de escritorio.
Dice la fuente weareteachers.com, que los maestros están buscando información porque tanto para los niños como para ellos es más seguro. Los grupos son más pequeños, en el caso de que se incluyan clases presenciales, pueden escoger darlas en lugares abiertos y cumpliendo con los protocolos sanitarios, claro está. Además, puede transformarse en una forma de ofrecerle un tratamiento más personalizado al infante, dado que habrá menos alumnos por clase.
Desde el punto de vista económico, si se consideran bien los gastos y se planifica bien, podría convertirse en un negocio muy productivo, que puede ser justo para los alumnos y beneficioso para los maestros.
Recomendaciones legales son importantes al momento de establecer un contrato que le permita proteger a los alumnos y protegerse como maestros, puesto que todos los negocios conllevan riesgos, así que no es algo para tomárselo a la ligera, consultar a un experto legal para la elaboración de un contrato es lo más recomendable.
Es muy positivo que exista la posibilidad de que los niños, los maestros, los padres y el sistema ganen. Esto seguramente irá abriendo nuevas oportunidades de cambio para mejorar el sistema. Solo que hay que trabajar mucho en los más desfavorecidos económicamente, quienes no tendrán la facilidad de tener al alcance integrarse en estas nuevas modalidades educativas.
Un elemento que está muy a favor de estas nuevas maneras de educar es que los niños pertenecen a una generación digital. Ya los escolares ven YouTube o Instagram, por citar dos de las redes sociales más populares, y lo hacen no solo para divertirse, sino también para conocer la respuesta de algo que necesitan resolver y eso pasa por una asignación de la escuela, un proyecto o un video de su artista o influencer preferido.
Por su parte, son los maestros quienes deben adecuarse mejor al uso de estas herramientas digitales y en eso hay que trabajar con mayor rapidez e intensidad. Los nuevos maestros deberán ser unos excelentes animadores y sus clases tal vez deban parecerse a programas de televisión, hechos con un smartphone o con cámaras digitales, en donde el entretenimiento juega un rol fundamental para mantener atenta a la audiencia, de otro modo no podrá vender eficientemente su producto, que es el conocimiento.
Una cosa es cierta, no podrán seguir ganando lo que ganan en la actualidad, en el futuro tal vez tengan hasta su propia versión del Oscar, en donde premien al maestro del año por categorías. Los cambios hacia un mundo más digital están abriendo nuevos horizontes, la pandemia los ha acelerado.
En este escrito he expresado mis ideas y me he inspirado en el artículo “Should you teach in a learning pod this year?” publicado en la página weareteachers.com.