Siete casas vacías, Samanta Schweblin

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Podría existir una delgada línea entre las pesadillas y los sueños, esto es lo que muestra la obra de Samantha Schweblin en Siete casas vacías, donde una muy estudiada científica debe vivir rodeada de personas con características fuera de cordura. Este es un libro que lleva al lector a profundizar en la sensación de los miedos cotidianos.

Los terrores cotidianos generalmente ocasionan que las personas se vean presionadas a buscar soluciones para combatirlos. Cambiar el estilo de vida, ocupar la mente o buscar rutas alternas podrían ser las herramientas para dejarlas en el olvido.

En Siete casas resulta imposible escapar de los terrores, pues alejarse de las personas que experimentan locura no resultará una solución viable para la científica que diariamente los contempla. Esta mujer es un personaje sobrio, que de una u otra manera le aporta equilibrio a lo que puede llegar a ser una obra muy bien narrada.

La prosa implementada por Schweblin resulta la pieza clave para desentrañar los aspectos circundantes de personas aparentemente locas o que piensan estarlo. La autora de este libro plantea como retrospectiva que la cordura es un elemento humano meramente superficial, capaz de abandonar a cualquiera.

La paz no es alcanzable

El uso de un muy detallado lenguaje literal para describir emociones será la pieza magistral para generar situaciones muy pesadas e inquietantes entre los personajes y el lector, y es precisamente esta técnica de escritura la que hizo de este libro el merecedor del IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero.

Al comenzar a leer, se debe tener en cuenta que las emociones presentes en él evocan sensaciones inquietantes y estremecedoras en cada párrafo, por lo que resulta una opción muy recomendada para aquellos que buscan contenido realmente sustancioso, cuya delgada línea entre lo real y lo ficticio pareciera romperse en ciertos puntos.

El hecho de que la base del título del libro haga alusión a casas, que dentro de la trama hallamos figuradamente vacías, nos hace pensar en el estado de esta, sola, oscura, fría, llena de olores desagradables; además, podría ser el escenario para que una pesadilla cobre vida.

Estas siete casas existen y se encuentran todas vacías; la autora narra con cierto sentido terrorífico las historias de pesadillas hechas realidad. Lo real asume un papel fantasmagórico, empujando lo cuerdo a la esquina más oscura y distante de la casa.

Siete historias

Este libro se enfoca en siete relatos de diferentes extensiones, resulta muy difícil para el lector hallarlos cliché. Aunque la narrativa es mixta, la primera persona será quién resalte entre ellos.

Cada uno de los temas tratados son muy distintos entre sí, descartando por completo aquella primera imagen mental que supone que estos podrían llegar a asemejarse de alguna manera. Inclusive puede resultar contradictorio que todos estos manejen las relaciones interpersonales como eje.

Aunque la autora parece implementar muchas analogías terroríficas, no se puede dejar a un lado el grado de complacencia al llegar a los fragmentos intensos de los relatos, pareciera que busca adaptarlos a todo público.

“Mis padres y mis hijos, representa el primer relato del libro, donde se muestra el gran parecido que puede llegar a tener un padre de familia con sus hijos, y como la conducta de estos puede llevar a la esposa al borde de la desesperación”

En el segundo y tercer relato, Pasa siempre en esta casa y La respiración cavernaria, se habla sobre la relación de padres e hijos, y las sensaciones que surgen cuando los pierden; en cierto punto guardan relación entre sí, pero son contadas desde distintos punto de vista. Aunque, en el principio los relatos parecen ir lento, luego cobran energía, y el lector encuentra dificultad en no emitir juicios.

Cuarenta centímetros cuadrados, ha sido catalogado por los lectores como uno de los relatos mejor contados del libro, describe exquisitamente el desarraigo que gira en torno a las mudanzas de locación vividas por la protagonista.

En este caso se pone al descubierto la historia de una mujer inteligente que debe afrontar situaciones difíciles dentro de su familia, y cómo la adaptación forzosa se torna un elemento constante en su vida.

En el caso del relato Salir, habla sobre las dificultades vividas dentro del matrimonio, discusiones y como salir de ellas. El tipo de narrativa es en primera persona, desde el punto de vista de la protagonista, quien le aplica sutiles grados de humor.

Sin lugar a duda, el libro ofrece más de lo esperado, historias muy bien narradas y expuestas desde diferentes puntos de vista, todos ellos, impecables. Aunque, en un principio la obra se inclina a abordar los temores y pesadillas de la vida cotidiana, tambien nos lleva a sentirnos triste o a reirnos en algunos momentos.

En el caso de querer pasar un buen momento leyendo narrativas cortas, Siete casas hará que más de uno se pierda en sus historias, sin apartar los pies de la tierra.

La mujer de las siete casas vacías

Samanta Schweblin, es una escritora argentina, quien, durante su trayectoria, ha logrado que sus obras sean traducidas a más de 25 idiomas, gracias a su éxito. Desde el año 2012 vive en Alemania, donde dicta talleres literarios y sigue escribiendo.

En el 2015, su novela, Siete casas la llevó a ganar el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, sucediendo a la mexicana Guadalupe Nettel con su libro “El matrimonio de los peces rojos”, desde entonces se ha posicionado como una de las mejores escritoras creativas del nuevo siglo.

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