
“The Social Dilemma”, una red para gobernarlos a todos
“The Social Dilemma”, un excelente y punzante documental estrenado recientemente en Netflix, nos muestra sin pruritos en qué mundo vivimos y qué sociedad estamos construyendo para las futuras generaciones. Spoiler alert: el resultado no es para nada alentador.
Es difícil, por no decir imposible, que alguien se piense por fuera de su tiempo. Las circunstancias, el contexto, la sociedad nos definen de tal manera que el presente se transforma en relato único. Dicho de otro modo: estamos tan imbuidos en la magia del presente y de las innovaciones tecnológicas que hoy en día nos cuesta más que nunca pensarnos en un contexto histórico.
Sin embargo, muchos de los que hoy viven y habitan este planeta todavía recuerdan el mundo antes de la Internet. ¿O no lo recuerdan? Aquel pasado inmediato en términos históricos nos resulta casi la prehistoria: una vida sin redes sociales, sin teléfono inteligente, y hasta sin Internet. El documental de Netflix, “The Social Dilemma” (“El dilema de las redes sociales”), nos viene a recordar que hay otras formas de comunicarnos, que nuestra vida actual no debería ser así, y que el mundo en el que vivimos no sólo se parece a un futuro distópico: lo es.
Bien podría decirse que es la primera película que, luego de verla, el espectador tendrá ganas de tirar su teléfono inteligente a la basura, para luego arrojar esa basura sobre la cabeza de algún ejecutivo de Facebook o Twitter. “The Social Dilemma” no deja indiferente a nadie, es un documental con una posición tomada y con un propósito pedagógico que cumple con creces; es una mirada reveladora de la forma en que las redes sociales están diseñadas para crear adicción y manipular nuestro comportamiento. Y una de las cosas más interesantes es que el documental está narrado por algunas de las mismas personas que supervisaron y crearon los sistemas de Facebook, Google y Twitter.
Por ejemplo, Tim Kendall, ex presidente de Pinterest, admite que hace años no puede dejar el teléfono ni siquiera cuando vuelve a casa, a pesar de tener dos hijos pequeños. “Voy a trabajar durante el día y a construir algo de lo que luego seré presa”, dice en la película. “No pude evitarlo”.
“The Social Dilemma” nos proporciona una mirada absorbente y con buen ritmo sobre los profundos costos de la tecnología: noticias falsas, democracias cuestionadas, radicalización, polarización y mucho más, cuestiones que no queremos ver por el encantamiento y los beneficios que traen esas mismas redes sociales.
Una Internet mejor es posible
Hace no mucho tiempo, unos quince años o menos, la Internet era diferente. Todavía se trataba de un territorio casi virgen y de libertad, donde todo estaba por hacerse y, en especial, donde no existía Facebook ni otras redes sociales. La irrupción de la compañía de Mark Zuckerberg cambió para siempre las reglas de la red y comenzó lo que en el mismo documental se llama “la era del capitalismo de vigilancia”.
De ese modo, lo que era libertad de expresión e igualdad en el acceso a la información se convirtió en una especie de pesadilla en la que todos estamos siendo vigilados. Como sociedad, hemos creado un monstruo de dimensiones nunca vistas que no podemos controlar y que en todo caso nos controla a nosotros. En estos tiempos, ya no somos dueños ni de nuestras decisiones.
Las redes sociales nos permiten encubrir y editar la verdad, reemplazándola con su propia versión idealista. En consecuencia, el uso de las redes sociales impacta negativamente en la imagen corporal de las personas, en especial de las generaciones más jóvenes, que se sienten como si estuvieran preparados para el fracaso. Esto lleva a una mentalidad enferma en una época en la que nos hemos normalizado queriendo imitar las imágenes y el éxito de los demás. Nuestra sociedad debe dejar de pretender que estos problemas no existen, y empezar a hacer cambios.
A través de la publicación de imágenes falsas, los jóvenes vulnerables se comparan con estándares imposibles de alcanzar, lo que produce una imagen negativa de sí mismos. De acuerdo con una investigación publicada por NBC, más del 64% de las fotos publicadas en las redes sociales son editadas. Esto hace que los jóvenes, en especial las mujeres, tengan una falsa percepción de su cuerpo y su personalidad, frente a la cual la realidad apesta.
“The Social Dilemma” nos advierte sobre los peligros de una generación que no sólo ya no distingue entre verdad y mentira, entre fantasía y realidad, sino que tampoco le importa. La realidad es caótica y el mundo de las redes es hermoso y perfecto. Por eso ya nos cuesta distinguir entre las noticias falsas y las verdaderas, porque además las redes están diseñadas para satisfacer nuestro ego, para decirnos que está bien lo que pensamos y sugerirnos seguir a gente que piensa igual que nosotros. El resultado es la polarización política y el descreimiento acerca de los mecanismos de la democracia.
Sin embargo, el documental también intenta elaborar una mirada positiva: el mundo no siempre fue así, la misma Internet no era así, y por lo tanto puede ser de otra manera. Sin dudas, las redes sociales son en cierto punto herramientas positivas, pero detrás de esos beneficios se oculta un Gran Hermano mucho peor que el imaginado por Orwell. Frente al teléfono sólo hay una persona que intenta distraerse o comunicarse, y del otro lado miles de supercomputadoras diseñadas para mantenernos dóciles y consumistas. Como bien dice “The Social Dilemma”, ¿quién crees que ganará la batalla?
El texto anterior expresa mis ideas y opiniones inspiradas en
Understanding the dark side of social media, en https://www.researchgate.net/
Ethical Use of Social Media, en https://www.asha.org