
Un largo río, por Pía Bouzas

Un largo río resulta ser una de esas obras literarias que inevitablemente atrapan al lector con sus historias, cada una de ellas escritas por Pía Bouzas; con la finalidad de evocar la sensación que una buena retórica, tono, argumento y personajes son capaces de darle forma en sí a una obra como esta.
Pía Bouzas sale al ruedo con esta magnífica obra literaria; un largo río trae consigo el fin de una serie literaria que puso en vela a más de uno, al analizar la trama es notorio como la autora hace uso de un buen ritmo en la escritura que se traduce en un ámbito de lectura amable.
En lo que respecta a la obra, la autora refiere que un largo río fue un libro que permanecía ahí, flotando entre los límites de su mente, esperando algún día salir a flote y convertirse en lo que muchos críticos y lectores han catalogado como una obra magnífica, capaz de envolver a cualquiera en una situación dramática, atrapada en tiempo y geografías.
Cuando se unen cada uno de los libros de la serie, es notorio como las historias viajan entrelazadas por el tiempo y en distintas locaciones, paseándose entre Argentina, Barcelona, la Patagonia y algún lugar de Neuquén, pero cada una de estas mantienen algo en común.
Argumentos tono y personajes
Al comenzar a leer este libro es notorio como la autora presta mucha atención a los elementos literarios para provocar voluntariamente en el lector la necesidad de escudriñar cada escena en busca de respuesta y trama.
En este sentido, el uso de diferentes tonos, personajes y argumentos ayudan a enlazar cada uno de los libros de la serie, convirtiéndolos a todos en una unidad muy bien acentuada y llena de detalles.
Un largo río refleja el cierre de la serie de Bouzas, muy bien estructurado y con su sello literario característico; además es el nombre de la última historia presente en el mismo, cargada de mucho drama y superación de una madre.
Drama y familia
En este caso, la narración de la obra se hace en primera persona, personificada en una mujer cuya madre se encuentra padeciendo el estado terminal de una enfermedad; con esta descripción es claro saber a qué viene el cuento, un drama familiar se avecina.
La visita de su padre, quien además es el exesposo de su madre, en este punto la madre de la narradora se encuentra en muy mal estado, casi no percibe la presencia del hombre que le dio sus dos hijas.
El hombre rehúye, camufla su dolor entre las paredes, lugares comunes de la casa que traen buenos y amargos recuerdos, la narradora no le dirige la palabra, solo le observa minuciosamente en una aparente nube de dolor.
Es notorio como las palabras de la narradora reflejan profundamente una personalidad poco madura, sin lugar a dudas es una joven inexperta de pensamientos equivocados que rondan frecuentemente la cabeza de la muchacha ofuscada por la situación que se desenvuelve frente a sus ojos.
Cuando su padre se va de la casa, la narradora vuelve a la habitación donde yace su madre, quien explora repentinamente en ira para luego morir; paso seguido, la manera en la que Bouzas describe los acontecimientos seguidos de la muestra de una muy triste coral de llanto dirigida por los hijos de la fallecida que se consuelan entre sí.
Para muchos críticos la obra de Pía Bouza podría hacer alusión a la modalidad realista que gira en torno a diversas representaciones de personajes populares, con sus paisajes, ¿Cambaceres, lo Zola acaso?, posiblemente.
“Yo miré el sol por la ventana, cerré los ojos, imaginé un río, un largo río que nos llevaba a todos, lo imaginé bajo la luz del sol, un torrente cálido que por extraños efectos de la percepción era a la vez sueño y recuerdo”, último párrafo de la obra.
Un impulso lírico
Cuando leemos el último párrafo de la obra es inevitable no relacionarlo con el cierre de “El Fiord” y “Los muertos”, claramente es un sello distintivo de la autora que busca ponerle una firma a sus obras.
Aunque en algunos de sus versos brota la vulgaridad ante la muestra irreverente de la cruda realidad, la forma en la que Bouzas plasma cada uno de los acontecimientos reflejan un buen manejo de la lírica, casi en alucinación.
El impulso lírico presente en Un Largo Río muestra las amplias habilidades de la autora para administrar las escenas presentes en el libro; pues se nota balance en cada uno de estos estallidos literarios, usualmente expresados al final. Retener, modular y expresar situaciones serán estandartes dentro de la obra.
El bebé de Geraldine
Es el relato que se encarga de abrir el libro, al comenzar a incursionar en este primer cuento; mientras que, las tristezas, envidias femeninas abren paso a una trama llena de drama y desenlaces que no siempre serán del agrado del lector, pero sin lugar a dudas los recursos literarios opacarán el desagrado.
En un largo río, la autora busca la manera de esquivar las fatalidades del género, cuestión que ha sido muy alabada por la audiencia. Cada uno de los personajes femeninos y sus relatos se separan de la típica fachada de víctima, cada una de ellas se encuentra inmersa en su propio relato, sin agentes externos.
Además, cada historia posee un mensaje que asoma la constante transformación de la historia Argentina, aquellos escenarios bélicos que por su grado de altivez social han sido opacados al borde de la desaparición, casi un homenaje a los hechos.
¿Quién navega en un largo río?
Pías Bouzas es una mujer graduada en letras de la Universidad de Buenos Aires, hace varios años trabajó para algunas empresas como consultora, teniendo el objetivo de fomentar habilidades de oratoria, escritura y argumentación.
Desde el año 2009 ha publicado cuatro libros que han sido muy bien recibidos por la audiencia; además coeditó “cuatrocuentos” junto a la revista de cuento hispanoamericano.
Además, ha tenido una amplia trayectoria como educadora universitaria, desempeñándose como profesora de español y portugués en The New York University, con sede en Buenos Aires.