
El latino que cambió Nueva York
Poeta, profesor y fundador del Nuyorican Poets Cafe, Miguel Algarín murió a los 79 años en los últimos días del 2020. Nacido en Puerto Rico, Algarín es considerado un artista sumamente influyente para varias generaciones de poetas y escritores. ¿Cuál es su legado y cuál fue su importancia para la poesía ciudadana?
Miguel Algarín y su familia llegaron a la ciudad de Nueva York cuando él era apenas un niño. Luego, se marchó a estudiar a Wisonsin y regresó a la Gran Manzana con su título universitario. De inmediato comenzó a organizar reuniones con otros poetas en su casa. Eran los principios de la década de los ‘70, y la intención de Algarín era explorar y difundir la identidad puertorriqueña en Nueva York, entre otros temas. Con ese motivo creó el Nuyorican Poets Cafe, o el Café de Poetas Nuyoricano, que desde 1981 funciona en el mismo edificio de Manhattan que en la actualidad.
El poeta de Puerto Rico fue un escritor prolífico, autor de varios libros de poesía y de igual cantidad de antologías. También dictó clases en la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, donde fue reconocido como profesor emérito y por sus clases sobre Shakespeare y las técnicas de escritura.
La importancia del Nuyorican Poets Cafe
Algarín siempre fue considerado un emergente de la comunidad de Puerto Rico en Estados Unidos, en particular en Nueva York. A principios de la década de los ‘70, se dispuso a organizar lecturas de poetas en su propia casa. Allí se concentraban no sólo poetas, sino todo tipo de artistas, desde dramaturgos hasta músicos.
Al poco tiempo, las reuniones se volvieron multitudinarias y el departamento de Algarín ya no pudo contener a los artistas. A raíz de esto, en un viejo bar irlandés fundó el Nuyorican Poets Cafe, apenas a una cuadra de su casa. Pero lo más importante es que también daría inicio a un nuevo movimiento literario.
A Algarín se le reconoce además la invención del término Nuyorican, una mezcla en Nueva York y Puerto Rico, o entre new yorker y puerto rican. Con este término se buscaba ilustrar las características bilingües y biculturales de la ciudad, que en ese entonces, en los ‘70, estaban floreciendo. Algarín buscó siempre la identidad a través de la poesía en particular, y del arte en general, sin nunca olvidar sus orígenes en la clase trabajadora.
Su capacidad intelectual y sensibilidad artística se sumaron a una urgencia social, a una necesidad de cambio cultural y de expresión política. Su poesía era notable por el uso del spanglish, es decir la mezcla entre el idioma español y el inglés. Pero para Algerín las esferas del arte y de la vida personal, la separación entre el autor y su obra, su contexto y su experiencia artística, eran difusas. El arte debía modificar la realidad, pero no como un intruso sino porque arte y realidad son la misma cosa.
En sus primeros tiempos, el Nuyorican Poets Cafe fue el centro de reuniones de una generación de poetas nuevos que rompieron los estereotipos sobre los puertorriqueños en Nueva York. Algunos de esos poetas fueron Miguel Piñero, Pedro Pietri, Sandra María Esteves, Lucky Cienfuegos y Jesús Papoleto Meléndez. A partir de entonces, la influencia del Nuyorican Poets Cafe fue notable. En una ciudad en ebullición, los poetas latinos se dieron la mano con el nacimiento del hip-hop y con los poetas beat como Allen Ginsberg y William S. Burroughs.
El poeta y la ciudad
En uno de sus poemas, Algerín escribe: “El poeta abre un camino de fuego para sí mismo. Hace malabares con las palabras. Vive arriesgando cada momento. Lo que sea que haga, en cada forma en que se mueve, es un príncipe de la jungla del centro de la ciudad. Es el filósofo de la caña de azúcar que crece entre las grietas de las aceras de hormigón”.
En esas palabras el poeta sintetiza la importancia de la ciudad en su obra y en la de otros poetas latinos. La vida en comunidad, la rebelión y el amor fueron partes esenciales para una clase trabajadora que estaba cambiando los códigos, gritando con orgullo y belleza “aquí estamos, somos poetas inmigrantes criados en Nueva York”. Para este grupo de poetas, la poesía se convirtió en un arma para buscar la identidad y abrirse paso hacia el futuro.
Ya a finales de la década de los ‘80, el Nuyorican Poets Cafe entró en su segunda etapa. Varios de los poetas que frecuentaban el café habían muerto, lo que llevó a Algerín a buscar nuevos horizontes. En esta nueva etapa, se perdió bastante del espíritu rebelde y se adoptó una postura más aburguesada: ahora tenían lugar competencias slam de poesía y algunos programas de televisión incluso visitaban el lugar en busca del mito.
Pero también es cierto que en esta etapa el Nuyorican Poets Cafe reunió a poetas afroamericanos y blancos, a feministas y artistas L.G.B.T.Q., algo sin dudas interesantes pero que diluyó el espíritu latino de los comienzos. En la actualidad, no sólo el lugar se convirtió en un centro de visita obligada para cualquier poeta o simpatizante del arte que visite Nueva York, sino que además influenció a miles y miles de bares similares en todo el mundo.
También a finales de los ‘80, Algerín dio positivo de VIH. En su poema de 1994 se pregunta: “¿Puede ser que yo sea portador de plagas?”. A pesar de todo, el poeta sobrevivió a la mayoría de sus contemporáneos. Finalmente falleció por una enfermedad no relacionada, en un año trágico para la humanidad, que sin dudas va a extrañar a un poeta único, que vivió con intensidad en un lugar específico del mundo y que desde allí trascendió para siempre.
Fuentes
Remembering Miguel Algarín, a Founder of the Nuyorican Poets Cafe, en https://www.nytimes.com
Miguel Algarín, a Founder of Beloved NYC Poetry Space, Dies, en https://www.usnews.com