La felicidad, una construcción cultural

La búsqueda de la felicidad es una cuestión humana tan profunda como antigua. Ya en la antigua Grecia era tema de debate en las ágoras y espacios públicos. Epicuro de Samos insistía en el alcance de la ataraxia –estado emocional con gran disposición de ánimo y serenidad- para que una persona pueda considerarse feliz.

Kendra Cherry define, en un artículo para Verywell Mind, la felicidad como un conjunto de emociones asociadas a la satisfacción, alegría y plenitud en diversos aspectos de la vida de una persona. Es decir, un individuo experimenta sentimientos positivos que responden a eventos acontecidos en los distintos ámbitos de la vida, como la salud, el trabajo, el amor, entre otros.

Weigand, en “La ciencia de la felicidad: qué es lo que nos hace feliz actualmente”, considera que los seres humanos enfocamos nuestros esfuerzos por ser felices en acciones inmediatas, ligadas al corto plazo. En síntesis, lo que buscamos no es la felicidad, sino ser felices, por efímeros minutos, obteniendo así reconocimiento y gratificación instantánea. Para alargar este estado, se necesita elaborar una serie de acciones y actitudes a seguir, lo cual supone también una espera más extensa.

Así, ordenar los pensamientos, priorizar y tener buena actitud al despertar, predispone al individuo a llevar una rutina diaria en un entorno más positivo. También considera importante el dejar atrás heridas o lazos negativos que se tienen con el pasado. Según lo que propone Weigand, la clave de la felicidad radica en concentrarse en el aquí y el ahora; mantenerse enfocado en el futuro sin descuidar el presente, abandonando la obsesión por repasar aquello que ocurrió en el pasado.

En este punto, es menester conceder perdón y aprender a perdonar los propios errores. Así, podemos dar pie al siguiente paso: la búsqueda del amor propio. Aprender a convivir con las virtudes y deficiencias hace que las personas tomen conciencia de su propio valor, impulsando su apreciación por la vida y su capacidad para experimentarla.

En un análisis más científico de la felicidad, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos sostiene que, para los seres humanos, la felicidad tiene mucho que ver con los lazos y los vínculos de apego que generan con otras personas, como la familia inmediata o las parejas románticas. La carencia de lazos emocionales y afectivos con ellos deriva en una sensación de infelicidad. Curiosamente, a pesar de que muchas madres de familia afirmaron haber sido felices cuando vieron nacer a sus hijos, también confesaron que se vieron envueltas en cuadros de depresión una vez culminado el parto.

Por otro lado, hay quienes consideran que los aspectos culturales tienen incidencia en los conceptos más arraigados de lo que se conoce como felicidad. Así lo considera el portal de salud mental Psychology Today que, después de analizar 97 investigaciones en 182 países, concluyó que la felicidad es el sentimiento más reconocible en las distintas culturas sometidas al estudio.

Las interpretaciones sobre lo que es la felicidad cambian según el entorno cultural. Para la población estadounidense la felicidad está ligada al alcance de las metas personales. Para los japoneses, en cambio, la felicidad radica más en el bienestar colectivo. Del mismo modo, en Estados Unidos la felicidad se asocia más a emociones intensas, como la euforia y el entusiasmo; mientras, para Japón, está más ligada a emociones como la calma y relajación.

Para aquellas personas que comparten una cultura más individualista, existe la propensión a experimentar sentimientos negativos en su intento de buscar el camino hacia la felicidad porque el enfoque en sí mismos, aunque vigoroso, se ve afectado por la competitividad y el estrés. Mientras que, para países con mayor grado de colectividad, las formas para lograr la felicidad son más atractivas y relativamente más fáciles de llevar, porque la búsqueda del bien común crea un clima más amigable y de menos tensión.

En una reciente investigación de la Journal of the Association for Consumer Research, muchas personas afirman ser felices, o al menos experimentan la felicidad cuando se reúnen con sus familiares y realizan actividades en conjunto, especialmente aquellas en las que se celebran importantes festividades como la Pascua y la Navidad.

Scientific American explica que, aunque suele existir la creencia de que los individuos realizan dichas actividades como una obligación social, en realidad las disfrutan y reconocen en ellas la posibilidad de forjar lazos más fuertes con los miembros de sus familias. Se describe la efectividad de dichas actividades en conjunto por su espontaneidad puesto que, aquellas que son programadas, muestran un menor grado de convicción en quienes toman parte en ellas.

Vincent Medina, en La Ciencia de la Felicidad, explica el modo en que esta es concebida por los adultos mayores, y resalta la importancia que tienen las relaciones entre personas de distintas generaciones para alcanzarla. La perspectiva de Medina se da desde su experiencia en su restaurante de comida nativa en Berkeley, California.

Medina formula que la felicidad para los adultos mayores recae en el compartir; sin embargo, el compartir la comida es una de las actividades que más felicidad acarrea en dicha generación. Poder disfrutar de una comida con sus hijos y/o nietos tiene una connotación afectiva muy potente pues está asociada a eventos pasados. El ritual de la preparación de los platillos, el poner la mesa, los sabores, el uso de menaje heredado, todo esto está vinculado al pasado. Esta cadena de recuerdos trae consigo relaciones positivas, y serían la clave para una mejor relación familiar.

Por otro lado, cultivar formas de comunicación saludables entre las personas jóvenes y los adultos mayores es determinante para forjar entre ellos lazos afectivos. La revista Greater Good manifiesta que los ancianos se encuentran ávidos de dar a conocer sus vivencias y compartirlas con sus familiares, mientras que los jóvenes tienden a encasillar dichas vivencias como costumbres de generaciones anteriores y, por lo tanto, pasadas de moda.

Al parecer, los seres humanos vislumbran la felicidad a través de un caleidoscopio. Muchos factores influyen en su interpretación, tales como la cultura, la edad, el estilo de vida, entre otros. No se trata de un concepto que perdura puesto que está sujeto a las propias experiencias y desarrollo de cada persona. Siendo así, como humanidad nos toca respetar la subjetividad de los individuos.

 

Fuentes
How Does Culture Affect Our Happiness? en https://www.psychologytoday.com/us
The Neuroscience of Happiness and Pleasure en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/
The Science of Happiness: What Actually Makes Us Happy en https://maxweigand.medium.com/
Family Traditions Boost Happiness en https://www.scientificamerican.com/
Episode 81: Are You Listening to Your Elders? en https://greatergood.berkeley.edu/
What Is Happiness? en https://www.verywellmind.com/

 

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