La literatura blanca

Los supremacistas de Estados Unidos se nutren de varios textos que circulan principalmente en Internet. Amazon, entre otras empresas, fue duramente cuestionada por permitir la publicación de textos neonazis. ¿Cuáles son las principales ideas de los grupos extremistas blancos? ¿Hasta qué punto debe permitirse la libertad de expresión?

La última pregunta del párrafo anterior suena poco democrática, ¿verdad? En las democracias liberales, la libertad de expresión es un bien sagrado. Pero incluso el mismísimo universo tiene un límite, y en política se suele debatir cuál es el límite de dicha libertad. ¿Debemos tolerar en silencio la propaganda nazi? ¿Qué hace el Estado frente al avance de grupos extremistas? ¿Y las empresas? ¿Qué responsabilidad tienen?

Hace poco el mundo habló sobre la decisión de Twitter sobre la cuenta de Donald Trump. El entonces presidente de Estados Unidos utilizaba la red social para alentar disturbios y cuestionar las elecciones presidenciales. Twitter entonces decidió silenciarlo, y no fueron pocos los que gritaron censura. Sin embargo, lo preocupante de Trump no es precisamente Trump como persona, sino lo que representa, es decir su raíz conservadora, discriminadora, supremacista inserta en lo más profundo de la Historia estadounidense.

En ese sentido, podrán silenciar mil flores blancas, pero la primavera neonazi estará siempre presta a estallar en violencia y más violencia. Dicho de otro modo: la propaganda supremacista pulula por Internet con una soltura que resulta escalofriante. Se calcula, por ejemplo, que en el 2019 la literatura supremacista duplicó su circulación en el país.

Representantes de la Liga Anti-difamación, en Estados Unidos, dijeron al respecto: “al inyectar un aluvión de volantes, pegatinas, pancartas y carteles racistas, antisemitas y anti-LGBTQ en las plazas públicas y en el campus universitario, los supremacistas blancos están tratando de normalizar sus mensajes de intolerancia y de reforzar el reclutamiento“. Según la Liga, en el 2019 hubo 2.713 casos de distribución de literatura supremacista, en comparación con 1.214 incidentes en 2018.

Si bien los grupos extremistas utilizan plazas y campus para repartir propaganda, la mayor circulación se genera en Internet. Tomemos el caso de Amazon y su Kindle Direct Publishing (KDP), el sistema de auto-publicación de la empresa de Jeff Bezos. Sólo toma un par de minutos subir el trabajo y que aparezca en la librería más grande del mundo, en general con una mínima supervisión. Desde su creación hace más de una década, KDP ha democratizado la industria editorial, y por eso se ha ganado no pocos elogios.

Pero el problema es que ha brindado la misma oportunidad a los supremacistas blancos y a los neonazis. Entre las publicaciones que pueden encontrarse en Amazon se encuenta “Anschluss”: The Politics of Vesica Piscis”, que elogia la “muy poco apreciada” masacre de 77 personas por el neonazi noruego Anders Breivik en 2011, y “The White Rabbit Handbook”, un manifiesto relacionado con un grupo de milicianos que, tras haber incendiado una mezquita, hoy enfrenta cargos federales por delitos de odio.

Unos 200 de los 1.500 libros recomendados por la Colección Colchester, dirigida por nacionalistas blancos, fueron auto-publicados por Amazon. Lo verdaderamente preocupante es que no parece que esto sea un error de la empresa, sino la consecuencia inevitable de su estrategia comercial. El impulso de la compañía por la participación en el mercado y la aversión a la censura han incubado un enfoque de “todo vale”, por lo que ninguna idea es demasiado incendiaria y ningún autor está fuera de los límites.

Por otro lado, las redes sociales están teniendo una influencia cada vez mayor en la política global. Esto ha provocado un debate sobre lo que debe permitirse en estas plataformas, lo que se debe bajar, quién tiene la culpa y quién decide. En Estados Unidos, tras la violencia de la extrema derecha en Charlottesville en 2017, Facebook, Twitter, Reddit y PayPal tomaron medidas contra las actividades de los supremacistas blancos.

Sin embargo, esas acciones no parecen suficientes. Un análisis de 157 sitios web extremistas reveló que contenían enlaces externos a otros sitios extremistas, una herramienta especialmente poderosa como medio para reclutar miembros, vincular a diversos grupos extremistas y permitir el máximo control de la imagen. De hecho, los grupos extremistas estuvieron entre los primeros usuarios de la red de comunicación que acabó convirtiéndose en Internet. En 1985, por ejemplo, Tom Metzger, líder de la Resistencia Aria Blanca, creó una tabla de anuncios por ordenador y la subió a la red. Desde entonces, la presencia de estos grupos ha sido muy activa en la web.

De esos sitios analizados, 40 hablan sobre la negación del Holocausto. Sin embargo, el contenido es muy similar en todas las páginas. Setenta y nueve mencionan cuestiones económicas, 78 contienen símbolos racistas (como esvásticas o cruces en llamas), y 50 de los sitios publican citas o el texto completo de “clásicos” de la literatura supremacista, como “Mein Kampf”, “Los protocolos de los sabios de Sion”, “Los diarios de Turner” o “El judío internacional”.

Entre ellos, el más popular en la actualidad es “Los diarios de Turner”. Escrito bajo un seudónimo por William Pierce, difunto fundador de la Alianza Nacional neonazi, esta sangrienta novela sobre la guerra racial fue calificada por el FBI como la “biblia de la derecha racista”. Publicada en 1978, ha fogoneado algunos de los brotes de violencia extremista más infames de las dos últimas décadas, como el atentado de Timothy McVeigh.

La novela cuenta la historia de Earl Tuner, héroe supremacista blanco que cumple órdenes para la Organización, un grupo clandestino que lucha contra el Sistema, es decir un gobierno estadounidense antiblanco y antiarmas que continuamente impone más restricciones a sus ciudadanos. Con detonadores, temporizadores y otros artilugios construidos por Turner, la Organización promueve y provoca una guerra despiadada entre negros, judíos y blancos mientras se apodera de Estados Unidos.

Hace poco tiempo, incluso Amazon dio de baja en su catálogo a “Los diarios de Turner”. Pero al mismo tiempo, de seguro otros miles de libros similares se estaban escribiendo. Y si no se pueden vender por Amazon, se hará por otras vías. De hecho, cuanto más se persigue y censura a los extremistas, más fuerza parece cobrar su ideología al reafirmar ideas conspirativas. Es, sin dudas, un problema complejo que Internet no hace más que potenciar.


Referencias:
Hate Online: A Content Analysis of ExtremistInternet Sites, en http://floodhelp.uno.edu
How ‘The Turner Diaries’ Incites White Supremacists, en https://www.nytimes.com

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