El violento ascenso del racismo asiático en los EEUU

Para la comunidad asiática norteamericana, enfrentarse a la actual pandemia ha sido tan sólo otra lucha más que han debido agregar a sus vidas diarias. El hecho de que el coronavirus se haya originado en China sólo logró acrecentar en una parte sustancial de la población estadounidense el odio y la desconfianza hacia los llamados asiamericanos. Esta es una tendencia que ha comenzado a dejar atrás la discriminación verbal para adoptar un preocupante nivel de violencia física, dirigido especialmente hacia la tercera edad.

De la misma manera en que a comienzos del año 2020 el virus del llamado Covid-19 (SARS-CoV-2) comenzó a diseminarse despiadadamente en cada región de los EEUU, así también lo hizo el rechazo y la desconfianza de muchas personas hacia la comunidad asiática de este país.

Alentada por los repetidos mensajes estigmatizadores del expresidente Donald Trump –quien se refirió a la enfermedad como el “virus chino” y la “fiebre china”-, buena parte de la población estadounidense respondió con actitudes xenófobas y racistas.

De acuerdo a una encuesta realizada por Ipsos a fines de abril de 2020 –ya con el virus presente en la mayoría de los Estados del país-, 3 de cada 10 norteamericanos señalaban a las personas de origen chino como las culpables de ocasionar la pandemia. Esto pasó de la mera opinión personal al rechazo social y el vandalismo de negocios, como así también todo tipo de agravios verbales y físicos dirigidos a la comunidad asiamericana.

Refiriéndose a estos ataques, John Yang -presidente la asociación Asian Americans Advancing Justice- asegura que “…tuvimos una situación en donde las personas veían a la comunidad asiamericana como foránea, como una comunidad diferente y, para decirlo con franqueza, como una comunidad portadora de enfermedades”.

Lamentablemente, esta estigmatización se alimentó de la crisis económica y las restricciones a las libertades de buena parte de la población estadounidense, eligiendo muchos de ellos el camino de la discriminación y la violencia para descargar sus frustraciones.

Esta no se trata de una problemática nueva. La hostilidad de muchos norteamericanos hacia personas provenientes de Oriente comenzó hace un siglo y medio atrás, durante la finalización de la Fiebre del Oro californiana. Utilizando durante esta etapa a muchos inmigrantes chinos que habían viajado a los EEUU en busca de mejores oportunidades, una vez que el boom del oro declinó, estos trabajadores comenzaron a ser considerados meramente como mano de obra barata.

Sin embargo, a pesar de que este trato era aprovechado por la clase blanca, muchos estadounidenses resintieron de la llamada “invasión asiática”, un sentimiento tan fuerte que empujó al gobierno federal a decretar en 1882 la Chinese Exclusion Act. Esta ley no sólo prohibía la entrada a nuevos inmigrantes provenientes de china, sino que también le otorgaba a cada Estado la facultad de deportar a quienes ya residían en sus pueblos y ciudades.

Gracias a los movimientos de derechos humanos que se manifestaron en contra de estas leyes durante el siglo XX, las diferentes comunidades orientales presionaron lo suficiente como para que el gobierno norteamericano decida abolir estas leyes discriminadoras.

Durante décadas, los ciudadanos asiamericanos aprendieron a convivir con los esporádicos y moderados sentimientos xenófobos de aquellos sectores más intolerantes de la sociedad estadounidense. Eso fue hasta que el gobierno de Trump comenzó con sus arengas discriminadoras que se sumaron a la acusación infundada de que el origen del Covid-19 fue un laboratorio de la provincia china de Wuhan.

A pesar de que la OMS aconsejó no asociar a los virus y enfermedades con regiones específicas para evitar los estigmas sociales, desde el comienzo de la pandemia se ha percibido un evidente rechazo hacia las minorías orientales que residen en los EEUU.

Diferentes asociaciones que luchan contra la discriminación hacia la comunidad asiamericana formaron en marzo pasado la coalición llamada Stop AAPI Hate. En un reporte publicado el 31 de diciembre de 2020, esta agrupación determinó que, desde el mes de marzo hasta llegar a esa fecha, hubo cerca de 3000 casos de episodios de odio hacia ciudadanos orientales, 126 de ellos (7.3%) dirigidos hacia personas de avanzada edad.

Resulta tan indignante como injusto el maltrato que recibe la comunidad oriental de los EEUU, teniendo en cuenta los casi 2 millones de estos ciudadanos que se encuentran luchando contra el coronavirus en puestos sanitarios. Así lo reconoció el presidente Joe Biden, quien afirmó que ellos “…han hecho a nuestra Nación más segura durante la pandemia de Covid-19 y a lo largo de nuestra historia”.

Si bien hasta fines del 2020 ya se percibía una profunda y agresiva sinofobia en Norteamérica, en el transcurso del nuevo año esta situación sólo ha conseguido incrementarse. Los reportes de hechos extremos –sobre todo hacia personas de la tercera edad- comenzaron a permear lentamente los medios de comunicación nacionales.

Vicha Ratanapakdee, un hombre de 84 años de origen tailandés, murió en el hospital luego de que un joven lo empujó violentamente en una acera de la ciudad de San Francisco. Tan sólo tres días después, en la vecina ciudad californiana de Oakland, un joven encapuchado fue filmado mientras empujaba a un transeúnte asiamericano de 91 años en el barrio Chinatown.

Ataques sin sentido contra personas asiáticas se repitieron a los pocos días en otras partes del país. El 3 de febrero, en la ciudad de Nueva York, Noel Quintana –un ciudadano estadounidense de 61 años oriundo de Filipinas- fue cortado en su cara con un cúter mientras se hallaba transitando un subterráneo.

Esta es una situación que comenzó a alarmar tanto a la población como a las autoridades estatales y federales de los EEUU. En este sentido, la actitud que tomó el flamante gobierno del presidente Joe Biden resultó ser totalmente opuesta a la de su predecesor.

En un memorándum publicado por la Casa Blanca el 26 de enero, el mandatario condenó el racismo, la xenofobia y la estigmatización hacia las comunidades AAPI (Asiamericanos e Isleños del Pacífico). Además de fomentar una sociedad más tolerante, Biden les aseguró su apoyo a los fiscales de distrito de cada Estado para que se investiguen y castiguen los crímenes de odio perpetrados contra estas minorías.

Mientras tanto, asociaciones como Stop AAPI Hate continúan llevando adelante su lucha contra aquellos lamentables hechos de violencia que, sobre todo, recientemente se han dirigido hacia los miembros de más edad dentro de su comunidad. Su activismo se enfoca en ofrecer recompensas para capturar a los agresores, promover tolerancia en los medios de comunicación y destacar la importancia de incluir la historia de los inmigrantes asiáticos dentro de los establecimientos educativos.

La discriminación hacia los asiamericanos ha escalado hasta alcanzar un nivel de violencia nunca antes visto en la historia de los EEUU. Las agresiones físicas se han comenzado a diseminar en muchos Estados casi tan rápido como lo hizo el mismo coronavirus. Lamentablemente, acabar con ellas no ocurrirá de la noche a la mañana, ya que para la intolerancia y la ignorancia aún no existe vacuna alguna.

 

Fuentes
Cabison, R. (13 de Febrero de 2021). What You Can Do About Anti-Asian Violence. Rolling Stone. Obtenido de https://www.rollingstone.com/
Strochlic, N. (2 de Septiembre de 2020). America’s long history of scapegoating its Asian citizens. National Geographic. Obtenido de https://www.nationalgeographic.com/
Vang, S. E. (12 de Febrero de 2021). Anti-Asian Violence in US Demands Response. Human Rights Watch. Obtenido de https://www.hrw.org/

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