
Cuando muere el dinero, de Adam Fergusson

Un hombre iba a comer a un restaurante y debía negociar el precio de la comida antes de comer, porque si esperaba terminar, el precio sería más alto. Eran días en los que en vez de usar carbón o madera, era preferible usar billetes para quemar en la estufa, porque tenían menos valor ¿Puede imaginar una situación así?
Cuando muere el dinero, es un libro de Adam Fergusson que habla sobre el derrumbe de la República de Weimar producido por una descomunal hiperinflación. En él el autor describe, con información de primera mano, lo que sucedía en las calles de lo que es hoy la pujante y próspera Alemania. La obra muestra cómo la pérdida de poder del dinero dejó a la sociedad alemana viviendo en un caos.
Fergusson era asesor de quien en su momento fuera uno de los hombres de mayor poder del gabinete de Margaret Thatcher y relata en su obra los efectos causados por la inflación y cómo está corroe las bases de una economía y afecta profundamente el aparato social. Dibuja elocuentemente la escalada del mal económico que termina alcanzando una hiperinflación que destruye todo a su paso.
Existe la leyenda urbana de que el multimillonario y gurú de las inversiones Warren Buffett recomendó el libro a un reconocido hombre de las finanzas de origen holandés para que entendiera qué podría pasarle a Europa si decidiera salir de la recesión apuntalando el gasto, eso fue después de la crisis de los subprimes de 2008.
El libro que había sido publicado en 1975, y que no había logrado tanta audiencia, se convirtió de pronto en un producto muy buscado. En 2010 un editor estadounidense decidió hacer una nueva publicación.
Las principales funciones del dinero como servir como unidad de cuenta y patrón para establecer los precios, como medio de intercambio confiable, como medio de pago y depósito de valor, justifican su uso y lo hacen necesario. Pero cuando no cumple con ninguna de esas funciones ¿Para qué sirve? ¿Para qué tener dinero que no puede comprar nada?
Es un relato alucinante, desgarrador, que muestra como una sociedad empieza a desmoronarse, solo se ve un hoyo sin fondo tan profundo y parece que nunca se podrá salir de él. Así era el mundo de la que se conoció como la República de Weimar, que surgió en 1919 y que entre 1921 y 1923 vivió una de las hiperinflaciones más cruentas de la historia moderna.
Como periodista, Fergusson se pasea por una enorme cantidad de situaciones, con datos sobre los precios, con referencias de pequeñas historias de lo que vivía la gente, más que el análisis de la situación, con cuadros y cifras económicas, con planteamientos sobre los pros y contras del efecto inflacionario y las políticas monetarias aplicadas por los gobiernos.
Hay que mencionar que fueron tiempos convulsos, posteriores a la Primera Guerra Mundial, Alemania había perdido la guerra y debía reponer los perjuicios que provocó su acción bélica. Fue un período muy difícil para la República que buscaba implantar una democracia directa. Pero todo terminó convirtiéndose en combustible para uno de los peores momentos de la humanidad, uno que estuvo incendiado por el brutal accionar de Adolf Hitler, quien usó el desastre económico y social de aquel momento para engañar con su propuesta al golpeado y desalentado pueblo alemán.
Cuando muere el dinero, es uno de esos libros que se convirtió en una obra de obligatoria lectura, dado que los gobiernos actuales, caen con preocupante tentación en la “relajación cuantitativa” como una forma de darle oxígeno a las economías impactadas por las recesiones producidas por las crisis financieras.
En tiempos de la República de Weimar, la prensa diaria publicaba los precios sobre cosas elementales como: precio del billete del tranvía, uso de baños públicos, asistencia médica, entre otros. No cualquiera podía sacar tantas cuentas para los gastos cotidianos. En un diario del 28 de julio de 1923, el principal titular era: Un dólar estadounidense es equivalente a un millón de marcos, la moneda de la época, que había sido sustituida por la que llamaron Reichsmark, el 16 de marzo de ese año.
El marco pasó de 4,2 por cada dólar americano a la sorprendente cifra de 4,2 millones por dólar en 4 años. Un pan costaba doscientos mil millones de marcos. Mientras el gobierno seguía y seguía imprimiendo dinero desde su banco central, el Reichsbank. Conociendo que ese dinero inorgánico era el que le daba fuerza a la hiperinflación, siguieron con la misma política, ante el temor de ver reducido su poder político, el daño estaba hecho.
Un trabajador recibía su paga 2 veces al día y se les concedía un descanso para salieran a comprar bienes, no importaba si los necesitaban o no, lo importante era que pudieran intercambiarlo más adelante, lo hacían de esa manera, porque el dinero se devaluaba tan rápido que esa era la única manera de conservar el valor de su trabajo.
No se contaba el dinero, era tanto que preferían pesarlo. Una anécdota tragicómica es el pasaje en el que un hombre que había cobrado su paga, la metió en una maleta, era lo que hacía la mayoría; pero la olvidó. Al regresar solo encontró los montones de billetes, le habían robado la maleta, el dinero estaba intacto.
La obra cuenta el horror de vivir al borde del precipicio, con un orden social destruido, con valores muy diferentes a los nuestros, donde el ahorro, el préstamo, el crédito, no tienen ningún sentido. Alguien llegó a denominar esa generación como una de aventureros, muchos se enrolaron en la esperanza que les ofreció Hitler.
Leer Cuando muere el dinero nos conecta con un momento histórico en el que surgen de las personas lo peor, sin importar su ocupación, profesión o estatus social. Es una lectura que deja claro lo que puede suceder cuando uno de los pilares de nuestro modelo social se desploma, como en este caso, el dinero y el sistema que funciona en torno a él.