El infierno de las entrevistas laborales

El mundo laboral es sin dudas muy parecido al infierno. O, mejor dicho: como no tenemos idea del funcionamiento concreto del infierno, y algunos ni siquiera creen en él, es probable que sea un lugar similar a la oficina donde nos hacen una entrevista de trabajo. Una persona o un grupo de personas se ubican tras un escritorio, y desde allí nos examinan y nos hacen preguntas que debemos responder adivinando si la respuesta es adecuada o no.

 

Eso sin mencionar los momentos previos y la incertidumbre del después. Antes de la entrevista, nos preparamos lo mejor posible, vestimos nuestras ropas más formales, nos preparamos mentalmente, y en el camino hasta la entrevista intentamos no pensar de más. Sin embargo, suele suceder que nada de eso alcanza, y entonces nos resignamos a sobrevivir al breve infierno de las entrevistas laborales.

 

Por supuesto, no se trata sólo de timidez o del famoso temor de hablar frente a una audiencia, por más reducida que sea. Se trata también, y principalmente, de nuestro futuro, de la posibilidad de ganar un sustento, y de venderse a uno mismo de la forma más eficiente. Ponerse en el lugar de un producto es, por lo menos, alienante. Pero no hay escapatoria posible.

 

Las entrevistas laborales no son para nada divertidas, y su objetivo tampoco es pasar un buen momento. En el mejor de los casos, los entrevistadores serán personas amables y ayudarán a reducir el estrés. Sin embargo, incluso esa actitud puede levantar sospechas. ¿Por qué son tan amables? ¿Qué significa que “se contactarán conmigo”? He allí una típica frase amable que, no obstante, nos aleja bastante de la tranquilidad. En general, cuando dicen que se contactarán contigo no se contactarán en absoluto. Es una regla casi indefectible del infierno.

 

Una persona que no soporte las cosas fuera de control sin dudas la pasará mal durante una entrevista de trabajo. Y es comprensible. De hecho, es una de las situaciones más comprensibles del mundo. La gran pregunta es: ¿podemos vencer el miedo? ¿Hay alguna forma de lograr la entrevista perfecta sin dejar de lado nuestra alma, nuestro espíritu, nuestra personalidad?

 

La práctica hace la perfección

 

Es sin dudas un lugar común, pero a veces los lugares comunes tienen la costumbre de ser verdades irrefutables. No hablamos aquí de una perfección absoluta, porque después de todo ¿qué es exactamente eso? Hablamos de una perfección aproximada, de una situación en la que finalmente podamos sentirnos cómodos y satisfechos.

 

Es muy probable que nunca llegues a la perfección, pero sin dudas la preparación es fundamental. Y esto vale tanto para las entrevistas como para casi todos los ámbitos de la vida. Cuando, por ejemplo, un actor debe enfrentarse a las cámaras, la única manera de sentir seguridad es en base a su preparación y entrenamiento. Lo mismo vale para un atleta, un abogado o un escritor. Todos tenemos miedo, y el único remedio para vencerlo es la seguridad, que se consigue en la práctica.

 

Un buen consejo es investigar sobre la empresa que te entrevistará. ¿Qué buscan, qué quieren, cuál es su perfil? Desde ya investigarán sobre ti, así que es una excelente idea balancear la relación de poder con un poco de información. También puedes planificar algunas respuestas a las preguntas más típicas. Pero cuidado: estas respuestas deben ser precisas, pero no del todo ingeniosas. Sobresalir es bueno, pero nunca debe notarse el esfuerzo.

 

Aprender de las experiencias anteriores

 

Otro lugar común: la experiencia hace al maestro. Un buen entrevistado es aquel que aprendió de sus errores para no volver a cometerlos. Lo mismo puede decirse de lo contrario: si se tuvieron aciertos, hay que aferrarse a ellos y repetirlos. En las entrevistas laborales no hay demasiado espacio para la improvisación, y por lo tanto pisar en suelo firme es gran parte del secreto.

 

Sin embargo, es probable que alguna pregunta nos agarre desprevenidos. ¿Qué hacer entonces? Lo primero es no asustarse. Por supuesto, esto es fácil de decir y difícil de ejecutar. Aquí la clave está en el tiempo. Si te apresuras, existen grandes chances de que te equivoques. El entrevistador no tomará a mal que te tomes unos segundos para pensar tu respuesta. Incluso puedes felicitar al entrevistador y pedirle un momento para pensar. En el peor de los casos, deberemos mostrar honestidad: “no estoy seguro de qué decir” es mejor que una respuesta breve y llena de dudas.

 

El resultado final

 

Tal vez una buena manera de aminorar el temor sea pensar que una entrevista laboral es solamente eso, una entrevista laboral. Puede parecerse al infierno, pero no lo es. La entrevista pasará, quizás te vaya bien, quizás mal. Lo importante es que tendrás otras entrevistas para la revancha. El mundo, por supuesto, no termina cuando sales de esa oficina tan temida.

 

Un consuelo no menor es pensar que todos pasamos por la misma situación. Según estadísticas publicadas por Forbes, el 85% de los candidatos miente en sus currículos. También es bueno saber que las entrevistas duran un promedio de 40 minutos, y que las empresas suelen entrevistar a entre 4 y 6 personas por cada puesto de trabajo disponible. Miremos el lado positivo: si nos han llamado es porque somos alguno de los 4 o 6 afortunados.

 

Otro dato interesante: el 81% de las personas mienten durante las entrevistas de trabajo.

¿El motivo? La honestidad no es rentable. Si un entrevistador pregunta a un candidato por una habilidad específica que no tiene, el candidato sabe que no conseguirá el trabajo si da una respuesta sincera. Por lo tanto, miente.

 

La mentira es, entonces, parte del proceso. Lo inteligente sería mentir con elegancia, disfrazar la falta de honestidad con cierta precaución. Para citar al gran filósofo George Constanza, “no es una mentira si tú la crees”.

 

Fuentes
29 Astonishing Interview Statistics, en https://whattobecome.com
The Lies We Tell During Job Interviews, en https://www.wsj.com
Worst Job Interview Experiences and How to Handle Them, en https://www.careercast.com

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