El día que el mundo hizo silencio

En agosto de 1924, el gobierno de Estados Unidos declaró el “Día Nacional del Silencio Radiofónico”. El objetivo era detectar señales de radio emitidas por civilizaciones extraterrestres. Durante casi dos días, la Humanidad hizo silencio en uno de los tantos, pero quizás insuficientes, intentos para comunicarse con el más allá.

 

¿Estamos solos en el universo? Una pregunta que, de tantas veces formulada, ya pierde sentido. Y más si se considera que nadie tiene una respuesta y que desde el universo tampoco parecen querer comunicarse. Es, sin embargo, una duda que todavía cautiva a la humanidad y que estará presente hasta que logremos comunicarnos con otras civilizaciones. O hasta que nos cansemos de buscar.

 

Hace unos 90 años, en el apogeo de la radio, se produjo uno de los primeros esfuerzos globales para hacer contacto. Es una fecha olvidada, pero que el mismo gobierno estadounidense decretó como Día Nacional. Los científicos de entonces pensaron que quizás otra forma de vida inteligente podría haber utilizado ondas de radio para comunicarse. El “Día Nacional del Silencio Radiofónico” se declaró para escuchar: unas horas donde todos hicimos silencio es busca de reparar un inmenso y mudo universo.

 

Ese agosto de 1924 el gobierno pidió a los civiles que mantuvieran un silencio radiofónico durante cinco minutos a la hora, cada hora, durante 36 horas. El Observatorio Naval de Estados Unidos levantó un receptor de radio a tres kilómetros del suelo para detectar señales alienígenas. Y hasta tenían un criptógrafo a mano para traducir los potenciales mensajes. Por desgracia, y como suele suceder, sólo hubo silencio.

 

Sin dudas habrá sido un momento decepcionante, pero no es motivo para que nosotros, en pleno siglo XXI, perdamos toda esperanza: a medida que la tecnología mejora, también lo hacen nuestras posibilidades de encontrar vida allá fuera.

 

Buscando a E.T.

 

La decisión de hacer silencio para escuchar extraterrestres puede parecer un tanto ridícula hoy en día. Pero entonces, a principios del siglo XX, la opinión generalizada era que planetas de nuestro sistema solar, como Marte y Venus, estaban probablemente habitados por civilizaciones avanzadas.

 

En 1901, por ejemplo, el famoso inventor Nikola Tesla anunció que había encontrado extrañas perturbaciones eléctricas en su laboratorio, “con una secuencia tan clara de número y orden” que sólo podían considerarse señales de Marte. “La sensación era cada vez mayor: yo había sido el primero en escuchar el saludo de un planeta a otro“, dijo entonces Tesla, quien aseguró que “un propósito estaba detrás de estas señales eléctricas“.

 

Años después, el inventor de la radio Guglielmo Marconi afirmó haber tenido una experiencia similar, convencido de que en 1919 él también había interceptado mensajes de Marte. Un año más tarde, Marconi informó de que sus instrumentos inalámbricos estaban “recibiendo ocasionalmente sonidos e indicaciones muy extrañas, que podrían proceder de algún lugar fuera de la Tierra“. Aunque admitió que no tenía “la más mínima prueba de su origen“, cuando se le preguntó si las señales podían proceder de otro planeta que intentaba comunicarse con la Tierra, respondió: “No descartaría esa posibilidad…“.

 

Por una cuestión lógica, a Marte se consideraba el candidato más probable. Por supuesto, algunos ingenieros y científicos de la época consideraron que las señales de radio marcianas eran puras especulaciones. Pero alcanzó con que otros creyeron que la posibilidad merecía un estudio serio. O al menos una chance, la famosa botella arrojada al océano.

 

Ese interés por las señalas de radio culminó con el notable acontecimiento de 1924. El astrónomo estadounidense David Peck Todd ya había dicho que, si realmente había habitantes en Marte, podrían intentar comunicarse con la Tierra cuando los planetas estuvieran relativamente cerca. Esto finalmente ocurrió aquel olvidado 21 de agosto de 1924.

 

¿Una teoría descartada?

 

En el imaginario popular se suele olvidar que las ondas de radio podrían ser una forma bastante probable de comunicación con extraterrestres. Se piensa en gigantescas naves que aterrizan en Nueva York, en invasiones con bombas más que poderosas, en accidentes de OVNIS. Sin embargo, la búsqueda de mensajes en ondas áreas es una chance mucho más cierta. De hecho, una nueva investigación dirigida por el astrónomo Erik Petigura sugiere que es más probable de lo que se pensaba.

 

Petigura utilizó el telescopio Kepler de la NASA para buscar planetas similares a la Tierra. Kepler, un observatorio lanzado al espacio en 2009, fue diseñado para estudiar la Vía Láctea en busca de exoplanetas. Sin la interferencia de la atracción gravitatoria de la Tierra, Kepler tiene una visión mucho mejor del cosmos que cualquier telescopio situado en la Tierra.

 

¿Cómo hace Kepler para localizar un exoplaneta? Lo detecta cuando la luz de una estrella queda bloqueada. Eso significa que un planeta está interfiriendo en la órbita. Con ese mecanismo se ha localizado unos 1000 exoplanetas. Y en cada uno de ellos podría haber vida extraterrestre. La cuestión sigue siendo cómo nos comunicamos.

 

Ecuación de Drake

 

Mediante una fórmula matemática, la famosa ecuación Drake estima el número de estrellas en la galaxia y a partir de allí la cantidad de planetas que podrían tener vida inteligente. Pero lo más importante en la ecuación es el cálculo del tiempo durante el cual una civilización logre emitir señales que podríamos detectar.

 

A lo largo de los años, los astrofísicos han reinterpretado estas cifras de numerosas maneras. En principio el acuerdo es que un planeta habitable la vida inteligente surgirá en una escala de tiempo de entre 4.500 y 5.500 millones de años. Cuando los astrónomos introducen estas cifras en la ecuación de Drake, el número de civilizaciones es enorme. Pero hay otro factor limitante: el tiempo durante el cual estas civilizaciones se comunican, ya sean siglos, milenios o incluso más.

 

Según estimaciones recientes, habría al menos 36 civilizaciones sólo dentro de nuestra galaxia. Puede sonar a mucho, pero la galaxia es un lugar grande. De hecho, las civilizaciones podrían estar a una distancia enorme. Y cuando decimos enorme nos referimos a unos 17.000 años luz. Eso impide toda comunicación con la tecnología actual de los humanos.

 

Fuentes
How Would We Talk to Aliens?, en https://www.realclearscience.com
How many extraterrestrial civilizations could be trying to…?, en https://astronomy.com
Here’s How We Might Talk with Space Aliens, en https://www.nbcnews.com

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