¿Podemos volar sin emitir CO2? El futuro del transporte ecológico

El único momento en el que se han reducido las emisiones de CO2 en el transporte, y sobre todo en el aéreo, ha sido con las restricciones impuestas por causa de la pandemia del coronavirus. En situaciones normales, cada vez viajamos más y cada vez tomamos más vuelos para ir a los destinos que deseamos visitar.

Dicho esto, ¿cómo vamos a llegar a los objetivos del Acuerdo de París de esta manera si seguimos utilizando combustibles fósiles en los aviones? ¿Puede la tecnología ayudarnos a viajar sin emitir dióxido de carbono a la atmósfera?

El precio que pagamos por viajar

Datos de la International Air Transport Association (IATA) nos muestran que los británicos han sido en gran medida la nacionalidad que más ha surcado los aires, seguidos de los estadounidenses y de los chinos, que quedarían en tercer lugar.

Para hacernos a la idea de las repercusiones ecológicas de estos viajes, consideremos que la industria aeronáutica británica liberó 37 millones de toneladas de CO2 únicamente en el 2018. Eso supone un 4 % de las 918 millones de toneladas de la industria en todo ese año. Contando que los viajes por avión están creciendo entre un 4 % o un 5 % cada año, la expectativa es que en apenas dos décadas el número de pasajeros se duplique. Incluso con la pandemia del coronavirus, esta tendencia no parece que vaya a reducirse significativamente, sino más bien tendrá un bache profundo en el crecimiento que se arreglará conforme vaya siendo más seguro viajar y los bolsillos se vayan llenando con la recuperación económica.

El Reino Unido expuso su intención de llegar a la neutralidad de carbono en el año 2050, al igual que hicieran los chinos recientemente, pero ellos para el año 2060. Por lo tanto, parece inverosímil que esto se vaya a lograr si no se ponen en marcha medidas para paliar la liberación de CO2. Estas medidas podrían plantar árboles de manera masiva, encontrar nuevas fuentes de energía limpias para los aviones o el surgimiento de tecnologías de última generación para directamente capturar el dióxido de carbono de la atmósfera.


Esto último aún está en proceso experimental y es peligroso sentarnos a no hacer nada a expensas de que la ciencia encuentre una solución milagrosa en los próximos años. Daría tranquilidad a muchos, al no tener que preocuparse de los efectos del cambio climático, pero sería una de las mejores formas de engañarnos a nosotros mismos. Cualquier cosa que haya que hacerse, debe hacerse hoy. La conversación es hoy.

El motor eléctrico y el combustible verde

Tal y como estamos viendo con la paulatina fabricación de coches eléctricos y estaciones de recarga en múltiples ciudades del mundo, también se están consiguiendo avances con los motores eléctricos de los aviones.

Al igual que con los coches, los motores eléctricos para aviones pueden ser híbridos al utilizar tanto batería como combustible, o pueden ser totalmente eléctricos, generando energía al completo de sus propias baterías.

Tal y como comenta Rob Watson, director de la Rolls-Royce Electrical, este paso resultará no solo en una industria mucho más sostenible, sino en un gigantesco esfuerzo que supondrá la tercera era aeroespacial, llena de oportunidades. La primera era se definió por los motores de propulsión, la segunda por los motores de reacción y la tercera se fundamentaría en los motores eléctricos, haciendo del vuelo algo sostenible ecológicamente por primera vez en la historia, y ahorrando costes como efecto secundario.

Seguro que hace tiempo escuchaste que la primera opción para sustituir a los combustibles fósiles sería el biocombustible, aquel que se extrae de las plantas o cultivos, como al aceite de palma. Sin embargo, a día de hoy se experimenta con queroseno artificial proveniente de desechos que solo puede aplicarse en una ratio de 50/50 en un avión.

Otra opción consistiría en diseñar las alas de los aviones de manera que consumieran menos energía para su vuelo, ayudando así a los objetivos del año 2050, y también el vuelo en formación.

El reto de la transición ecológica

Muchas aerolíneas se mantienen económicamente por el volumen de la venta de billetes y operan con ingresos netos marginales. Algunas no pueden permitirse reducir de manera considerable sus cupos, o reconvertir toda su flota con nueva tecnología porque no sería viable para ellas. Esta situación supondría una traba más para la reconversión verde.

Si todas estas medidas verdes no suman, ¿qué es lo que queda? Limitar los vuelos. Algunas personas ya están tomando conciencia de viajar menos por avión, otras apoyan impuestos mayores para aquellos pasajeros que tomen vuelos con mucha frecuencia o establecer nuevos impuestos para el uso de combustibles fósiles y forzar así la evolución hacia combustibles y compuestos que reduzcan la huella ecológica.

No nos olvidemos tampoco de India y China, países con una gran demanda que va estrepitosamente en aumento y que contribuirá sin duda a emitir CO2 a la atmósfera. Aunque China se haya comprometido a la neutralidad de carbono para el 2050, los retos a los que se enfrenta siguen siendo los comentados en este artículo. Es necesaria una gran inversión en tecnología y programas para realizar una transición ecológica justa y eficiente.

Tal como decía Naomi Klein en su libro «Esto lo cambia todo», muchos de nosotros vivimos no queriendo ver la problemática que supone el cambio climático y los grandes retos a los que nos vamos a tener que enfrentar en el futuro. Gran parte de esta ceguera es el hecho de que muchas veces nos sentimos poco empoderados para realizar un cambio significativo. Para ello, sería necesario un cambio mundial en nuestro modelo productivo.


Nos dicen que reciclando y controlando nuestro consumo para favorecer a las empresas que respetan el medio ambiente es la clave, pero muchas personas ya están empezando a cansarse de que todo recaiga sobre sus hombres mientras muchas empresas y los políticos (muchas veces comprados por ellas) hacen un esfuerzo insuficiente para luchar contra el cambio climático y, en muchas ocasiones, nada en absoluto.

Lo queramos o no, es una conversación que va a llegar en un futuro más cercano que lejano y con casi toda seguridad cambiará nuestra vida diaria. El cambio climático no entiende de fronteras ni de clases sociales y es hora de tomar conciencia.

 

 

Fuente
The Guardian. Artículo «Can we have net zero emissions and still fly?»

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